miércoles, enero 31, 2007

Dice Silvia que el día 26 de enero ,su libro “No está prohibido llorar con los supervivientes” cumplió un año.
Dice que es un poemario desafortunado, áspero, inusual y que un año después continua el viaje que inició con aquel puñado de versos.
Dice que ha recordado durante este tiempo, aromas, miradas, pedradas, que ha querido decir bien claro, que en su interior hay ríos, campanarios, perros desangrados, hay caminos bombardeados, huérfanos, disparos. Dice Silvia que éste, fue de todos, el viaje más difícil porque descubrió lugares que no deseaba conocer y se moría con cada revelación, con cada desierto, con cada incendio. Dice que caminar entre escombros, entre los escombros de ella misma, saber de cada piedra, de cada palabra... Fue su exterminio y su florecer.
Nadie encuentra el camino
si está a oscuras
y no amanece nunca.

martes, enero 30, 2007

Dice Silvia que hoy estuvo trabajando con ancianos psicogeriátricos, es decir, viejos locos.
Dice que a ella le aterra este lugar porque nunca hay silencio y los viejos babean y están atados, y se golpean el rostro o gritan o arañan o mueren simplemente.
Dice que cuando ve a estos ancianos, ajenos de sí mismos, convertidos en sus propios enemigos, entonces, dice Silvia, les acaricia el rostro, les agarra de la mano o les habla suavemente.
A veces alguno de esos locos mira como sólo miran los muy cuerdos, como sólo miran los muy viejos. A veces, dice Silvia, es mejor no imaginar qué están sintiendo.
No saben quienes son.
Sólo saben que su muerte
lleva el paso ya muy lento.

lunes, enero 29, 2007

Dice Silvia que ella, normalmente, le compra música pirateada a Camilo. Dice que es un hombre mayor, de Guinea Ecuatorial, que va cargado con su mochila, cabizbajo, con el paso lento . Dice que ella no comprende porqué se acerca hasta la playa días como estos, donde solo los locos y las poetas caminan por la orilla. Dice que regresan juntos hasta el primer bar donde toman un café y se calientan poco a poco. Dice que cuando Camilo le habla, le duelen sus palabras, su distancia... dice que hoy le contó que no había vendido un solo disco.
Albert Camus escribió : “Me rebelo, luego existimos”, dice Silvia que algún día le dirá esto a Camilo y hará, seguro, como si no se lo hubiese dicho, como si él no hubiera leído ese libro.
Tanta palabra barata,
tanto ruido,
tan poco trigo repartido.

viernes, enero 26, 2007

Dice Silvia que hoy presentaron el libro de un periodista que estuvo en Irak .
Dice que a ella le ilusionan las palabras que presagian escozor o desobediencia. Dice que escuchó a este hombre un rato y después sólo pensó en marcharse... dice Silvia que el escritor, simplemente, dijo lo que se repite sin sentido en los medios .
Y esto, Silvia no lo soporta. No.
No le gustan los cobardes. Ni los escritores, ni los amigos, ni los amantes.
No le gusta encontrárselos en casa ni en la calle.
Los cobardes dan la razón o la estorban.
sepultan el amor porque tienen miedo a equivocarse,
les aterra morir en cada beso o en cada viaje.

jueves, enero 25, 2007

Hoy Silvia se cortó el pelo, se compró ropa, y tiró la llave al mar.
Hoy Silvia se vio las canas, comprobó que las faldas le quedaban holgadas y asumió que nadie iría con ella a bailar.
Hoy Silvia limpió con minuciosidad su casa, ordenó los libros, los escritos, colgó algunas fotografías, descolgó cuadros que no le gustaban, puso sobre la mesa folios en blanco, un par de bolígrafos y los versos de sus poetas preferidos y entonces, ya de noche, decidió que sus siguientes poemas iban a ser epitafios.
Epitafios para tumbas sin sol.
Epitafios para fosas comunes.
para muertos sin dueño, sin amor, sin buenas costumbres..

miércoles, enero 24, 2007

Dice Silvia que hace mucho tiempo que no ve perros abandonados. Dice que antes era común encontrárselos por los caminos, cabizbajos, escasos de pelo y de confianza. Dice Silvia que no es conveniente mirar a estos animales a los ojos porque si se cruzan las miradas, si un perro solitario y hambriento ve que lo miraste de nada servirá que grites, ni que arrojes piedras al aire, ni que te escondas, ni que corras .... el perro te seguirá a lo lejos, hasta que le permitas acercarse.
Si miras a un perro flaco y desahuciado a los ojos, tarde o temprano tendrá un lugar a tu lado y un nombre.
Es una lástima
hay quien sólo conoce
la lealtad de las mascotas.

martes, enero 23, 2007

Dice Silvia que ayer, al fin, terminó los poemas que le tuvieron apresada durante tantos meses. Dice que han sido versos difíciles, pero que han dejado su corazón tranquilo. Ahora, dice: “Puedo vivir a ritmo de blues”.
Silvia dice esto mientras escucha a Raful Neal.
“Call me baby, call me baby”, canta.
Call me baby, call me baby, mueve las caderas sin parar.
Call me baby, call me baby, llámame, si no lo haces tú, alguien lo hará.
Call me baby, hazlo pronto no te voy a esperar más.
Call me baby, call me baby....
.....

lunes, enero 22, 2007

Dice Silvia que hoy, en el barrio, hubo matanza. Dice que se escuchaba la agonía del animal desde todos los sitios. Dice que casi había olvidado qué se siente cuando la muerte lenta, lentísima, liba sangre y espera.
Dice Silvia que nunca ha soportado esto, ni cuando decapitan gallinas, ni cuando golpean conejos, ni cuando desangran cerdos.
Dice Silvia que de niña no pudo jugar entre carne troceada, entre intestinos ni fritangas, dice que los demás se reían de ella, y con las manos manchadas la seguían divertidos, como si fueran de mentira los ojos vidriosos, los coágulos y las vísceras.
Dice Silvia que hoy, no lo soportó , dice que se puso algodón en los oídos y se marchó corriendo muy lejos, hasta que los alaridos cesaron y regresó la calma al barrio.
Me pareciste un hombre guapo
hasta que te vi,
degollar sin tembleques.

domingo, enero 21, 2007

Dice Silvia que es imposible olvidar algunas cosas, que le duele el recuerdo de las patadas, que a veces, se despierta en medio de la noche porque escucha los pasos de la infancia.
Dice Silvia que otras veces también se despierta en medio de la noche y mira las estrellas y sueña con hacer verdad sus sueños y sueña con que su sueño cada día está más cerca, que pronto, su nueva casa, estará llena de niños que tuvieron infancias de puñetazos y pedradas, niños hambrientos de ternura, niños nacidos del desafecto, dice Silvia que pronto, si todo va bien, su casa se llenará de cantos, de corazones abiertos, de juegos..
Piedra, papel, tijera,
Juega un rato, yo no te pego,
Juega un rato, que yo te quiero.


sábado, enero 20, 2007

Es difícil encontrar mendigos en las calles,
deberían estar en el combate
pero están aterrados
muriéndose de hambre.

Es difícil encontrar niños jugando en las calles,
deberían estar atrincherados
pero están aterrados

muriéndose, linchados.

Es difícil encontrar mercaderes en las calles
deberían estar repartiendo el alimento
pero están aterrados
muriéndose, miserables.

Es difícil encontrar jóvenes en las calles
deberían estar conspirando
pero están muriéndose
encerrados bajo llave.

NOTA: Poema número 20 de “Se están ahorcando los dioses”, de Silvia Delgado Fuentes.

viernes, enero 19, 2007

Dice Silvia que a ella le gustan los viejos, le gusta trabajar con ellos, le gusta observar sus destinos. Dice Silvia que le hacen reír a carcajadas.
Todos los días lava sus cuerpos flácidos, demasiado cansados y enfermos, les pone pañales y se los quita como si nada y ellos, van perdiendo el pudor, la vergüenza y bromean mientras les rocía con colonia para que no huelan, para que no digan que los viejos huelen a mierda.
Dice Silvia que algunos ancianos desean morirse, sin dramatismos ni despedidas. Rechazan la comida, rechazan el agua, las visitas... entonces se acuestan en la cama y esperan con los dedos entrelazados que la muerte se los lleve.
Dice Silvia que cuando esto ocurre, cuando un anciano se obstina en morir, no hay palabras, ni píldoras que lo arreglen. Simplemente muere. Simplemente y para siempre.
Sólo algunas veces
la muerte
es oportuna.

jueves, enero 18, 2007

Dice Silvia que cuando hace recuento de su vida encuentra muchos desaparecidos. Personas que se instalaron en su piel para marcharse sin despedirse, dice Silvia, que esto debe ser parte de la existencia, dejar en la memoria algún que otro recuerdo, algún que otro momento.
Dice Silvia que a todas esas personas que tuvo entre sus brazos, entre sus pensamientos, las amó con intensidad, las amó por si acaso, las amó de veras y a lo loco. Y ahora se pregunta en qué territorios andan, qué nombres tienen sus desiertos.
Dice Silvia que recuerda los sueños que le fueron relatando y sabe que alguno de esos sueños se hizo verdad en manos de aquellos dueños..
Si se caen
no te agaches a recogerlos,
deben estar limpios los sueños.

miércoles, enero 17, 2007

Dice Silvia que cuando era niña, a menudo, sus padres se marchaban unos días fuera y dejaban a sus hijos al cuidado de unas monjas.
Dice que cuando cerraban el portón del convento, las monjas se arrancaban de cuajo la hipocresía y dejaban a los tres hermanos rubios perdidos en aquel laberinto con olor a alcanfor, a rancio.
Dice Silvia que los pasillos eran infinitos, dice que tenían muchas habitaciones vacías y mucho miedo. Dice que las monjas nunca les hicieron caso y que los tres dormían acurrucados, solos, hambrientos..
Dice Silvia que cuando venían sus padres a buscar a los hijos huérfanos, cualquiera de ellas abría de nuevo el portón con una sonrisa en los labios y un par de mentiras tibias. Empujaban entonces a los tres niños somnolientos... cariñosamente.
Dice Silvia que jamás les dieron un mendrugo de pan, ni una manta, ni un libro. Jamás de los jamases. Y jamás contaron a nadie que a las monjas no les gustaban los tres niños rubios, sólo les gustaban sus padres, sólo les gustaban los obsequios .
Llena mi mano
y me pondré a rezar,
vacíala y me pondré a blasfemar.

martes, enero 16, 2007

Dice Silvia que Alberto se ha comprado una silla de ruedas que camina sola, obediente y rápida. Dice que hoy fueron a la playa, como antes, como siempre, sin prisa y carcajadas. Sin prisa y cinco velocidades.
Dice Silvia que aunque Alberto está deforme por la cortisona y la enfermedad avanza y el médico le pone mala cara cuando tiene resaca... aún así, bebieron como adolescentes y brindaron y anduvieron con su nueva silla, con sus nuevas piernas, con su nueva esperanza... A toda máquina.
te doy toda mi alegría,
te la doy.
no la pierdas.

lunes, enero 15, 2007

En esa tierra enloquecen
de lunes a domingo.
Deshacen las trenzas,
desatan las lenguas
desnucan la cordura.

Cuchichean
su verdad a medias,
llenan con ira
el cáliz sagrado
y escupen gritando
que nunca tuvieron casa.

En esa tierra os digo,
antes que barbas rubias
hubo un pueblo respetable
que escribió sobre las piedras
su dolor y su memoria.

NOTA: Poema número 15 de “Se están ahorcando los dioses” de Silvia Delgado Fuentes

sábado, enero 13, 2007

Dice Silvia que a menudo se pregunta sobre el futuro de la poesía, de la poesía de arrabal, de la enferma, de la que está llena de costras o de blasfemias. Dice Silvia que hace un tiempo compartió versos y techo con un poeta reconocido. Dice que de lo que fue, quedaba un viejo tembloroso que caminaba colgado del brazo de otros y casi no sabía su nombre.
Somos bufones o herejes, rebeldes o cómplices, se nos llena el vientre de revoluciones o de gases, callamos mientras se suicidan niños y se matan pájaros.
Dice Silvia que viendo a este poeta viejo se preguntaba dónde estaba su desobediencia, sus versos como látigos, dice Silvia, que el día que se despidió, todo el mundo aplaudió, de pie, admirado.. .
Nadie quiso saber dónde quedaron las quejas de los hombres y de las mujeres pobres que lo escucharon cuando no era nadie.
A destajo, ideas.
a destajo, poemas
a destajo, coherencia.

viernes, enero 12, 2007

Dice Silvia que hoy estuvo con un amigo tomando café.
Dice que cuando ambos creyeron que todo estaba dicho, inesperadamente, nuevas palabras empezaron a caer sobre la mesa. Dice Silvia que estuvo hablando durante horas para explicarse, para entenderse, para conseguir que la quisieran tal cual era. Tal cual es.
Dice que su amigo guardó silencio y la miraba como si la estuviera viendo por dentro, dice que respiraba con calma pero las manos delataban el pavor de tener frente a él a una mujer que rasga, que llora, que tiembla.
Dice Silvia que por vez primera se atrevió a decir que el dolor a ella también le duele, se le clava, que a ella también le duelen las patadas.
Dice Silvia que por primera vez habló en voz alta.
Por primera vez habló en voz alta y por primera vez sintió que no estaba sola, que no estaba loca. Que no estaba afónica.
La desgana
echó raíces
en tu mirada.

jueves, enero 11, 2007

Dice Silvia que no entiende porqué nos cuesta tanto dejar que el rencor salga y que no vuelva.
Dice que es un sentimiento lleno de malas sombras.
Dice Silvia que todos los días deberíamos lavar el corazón, como si fuera una sábana. Todos los días deberíamos limpiarlo, aunque nos dejáramos las uñas de tanto frotar contra las piedras.
Dice Silvia que el peor inquilino que puede acoger es el rencor, porque tiene larga vida y porque no sabe estar callado. Porque cierra todas las puertas. Porque lo destroza todo, porque lo revienta todo, porque lo envenena todo.
Porque es la cicuta de la vida.
Y yo, con pena.
Porque no perdona
porque se condena.

miércoles, enero 10, 2007

Dice Silvia que una vez, vivió al lado de una iglesia.
Dice que le gustaba aquella casa porque todos los años venían cigüeñas y ella podía contarlas de dos en dos hasta perder la cuenta.
Dice que una mañana escuchó disparos y desde entonces el campanario se quedó en silencio.
Aquel día, un montón de hombres acribillaron unos pocos pájaros.
Dice Silvia que entre aquellos hombres sin escrúpulos estaba su hermano.
Dice que era un niño y que miraba contento las manchas de sangre en el suelo.
van de la mano
el horror y el placer
¿o van de los pies?

martes, enero 09, 2007

No tengo casa.

No tengo a donde regresar
ni de donde escapar.
No tengo un lugar para recibir
ni jergón para dormir
ni mesa donde celebrar.

No tengo casa,
no tengo ventanas,
ni puerta.

No tengo casa,
ni ruinas,
ni tierra.

No tengo casa
que es lo mismo que decir:
no tengo esperanza.

NOTA: Poema número 17 de “Se está ahorcando los dioses” de Silvia Delgado Fuentes

lunes, enero 08, 2007

No recuerda como eran sus ojos
ni su sonrisa.

Siente, de la muerte,
las patadas.
De la vida,
el mal aliento...

No recuerda
ni sus manos
ni su cara.

Mil hormigas le recorren la piel
como si nada.

No recuerda, no.
Está a oscuras su memoria.

Una mujer sin rostro
grita en medio de la noche,
es su madre.

Y no sabe su nombre.

NOTA: Poema número 11 de “Se están ahorcando los dioses” de Silvia Delgado Fuentes.

sábado, enero 06, 2007

Dice Silvia que si se lo permiten, puede amar a pleno pulmón.
Dice que ella es una mujer corriente, una mujer con los pies en la tierra, una mujer con un amor gastado que se rejuvenece al usarlo.
Dice que cuando siente esa soledad que nace y crece en el tuétano, esa soledad que se clava y atraviesa el cuerpo sin clemencia , entonces, dice Silvia, sale a dejar su amor sobre cualquier almohada, y busca a quién prestárselo, a quien dárselo, a ratitos, sin cobrar la entrada, sin mediar palabra.
Esas noches sin estrellas, esas noches que duran temporadas largas, esas noches, dice Silvia, de lluvia y de farolas, de calles solitarias.. de regreso a casa piensa que guardará lo que le queda en un frasco para que no se pierda.
Al amanecer
no me des la espalda
dame palabras.

viernes, enero 05, 2007

Dice Silvia que Hitler desayunaba anfetamina pura en grandes dosis.
Dice que ella ha conocido personas que mostraron irritabilidad igual que el Fürer, que tuvieron alucinaciones, delirios, fantasías, que fueron seres fracasados, impotentes, incapaces de mirarse a los ojos, dice Silvia que los tuvo cerca... con y sin bigote.
Dice que estos vulgares impostores fingen como nadie, que nunca ha visto llorar de verdad a un hombre perverso.
Dice Silvia que ni uno solo de esos que alumbran con facilidad el pánico, ni uno solo, dice , supo jamás qué era drogarse.
Héroes o mártires,
de la muerte, los elegidos
por las bestias.

jueves, enero 04, 2007

Dice Silvia que este año estrenará casa...
Dice que su casa nueva tiene muchas ventanas y huele a madera...dice que será la definitiva, que ya no se irá más, que no habrá más mochilas, ni despedidas, ya no tendrá que viajar a uno y otro lado. Se terminaron los camarotes de barco, los lugares prestados, se acabó compartir con extraños, se terminó la polilla, el frío, el olor a húmedo, a alcanfor, a cerrado.
Dice Silvia, que de ahora en adelante no hará falta que nadie reserve un lugar en su corazón, ni en su memoria para tener un poco de pan, techo o calor de amigo, dice que abrirá de par en par las puertas y sin pedir permiso cada uno se sentará en su sitio.
Entra que hace frío,
tengo sopa
y abrigo.

miércoles, enero 03, 2007

Dice Silvia que esta mañana se encontró con Blanca, iba, como siempre, con su poncho de colores.. y caminaba, también como siempre, lentamente.
Tiene SIDA.
Y tatuajes en las manos.
Tiene la voz dulce y el corazón sin reproches.
Dice Silvia que una vez, Blanca, hace tiempo, le regaló un pájaro en una jaula y le dijo:
“Te lo doy para que lo hagas libre”.
guardemos este secreto,
la vida, para algunos,
no es sólo tormento.

martes, enero 02, 2007

Dice Silvia que hoy se acordó de sus muñecas, de esos extraños objetos que guardaba en el fondo del armario. Dice que no sabe qué ocurrió con ellas, seguramente se perdieron en alguna de las mudanzas... no le importa. Eran espantosas. Vestían corto y de encaje, tenían los ojos azules y sonrisa permanente. Hablaban, o meaban o tomaban biberón como si fueran niñas normales. Pero daba miedo abrazarlas. Dice Silvia que a ella le hubiera gustado tener una muñeca de trapo rellena de arroz o de trigo. Una muñeca que saciara su hambre de caricias, una que no dijera “te quiero” sin sentirlo.
Las personas tenemos fuego
rescoldos o
escoria dentro.