miércoles, febrero 28, 2007

Dice Silvia que hoy, por la mañana, estuvo con su hermano. Dice que siempre está lejos, demasiado... que es un hombre guapo, callado, taciturno. Dice que vive en un universo tan opaco, tan desgarrado que cuando alcanza a verlo, siente como si se le desmoronaran los huesos.
Dice que hoy, después de estar con él, de despedirse, de verlo marchar con su camisa a cuadros y su inmenso silencio, dice Silvia que sintió que era un hombre al que el amor, le había convertido en un desterrado.
Y sintió tanto dolor, tanto, al mirar su cuerpo alejándose solitario, tan grande fue su daño, que se quedó paralizada hasta que al fin desapareció.
Y tras él, agarrado a su sombra, el desasosiego de todos los hombres que callan demasiado.
¡Ay, si yo pudiera,
arrancarte el dolor
con el que te parieron¡

martes, febrero 27, 2007

Dice Silvia que a veces, de pronto, en alguna librería poco frecuentada, en alguna ciudad en medio de la nada encuentra algo que le empapa de sudor la frente y las manos..
Dice Silvia que hoy le ocurrió esto, en un lugar caótico, entre espejos, juguetes antiguos, discos de vinilo, relojes, jarrones, entre infinidad de papeles, de revistas, de novelas del oeste, estaba el libro autobiográfico “Memoria de la melancolía” de Maria Teresa León.
Dice que lo encontró pobre, huérfano, solitario.
Dice Silvia que no podía creerlo, que le temblaban las rodillas, que sintió que aquello era un presagio, un regalo.
Sea lo que sea, dice Silvia, hoy tiene esa vida esperando ser deletreada.
Y mañana será otro día.
Por ti,
mujer valiente,
Por ti, tantas veces...

domingo, febrero 25, 2007

Dice Silvia que ella vive en un palacio. Si, dice, un palacio lleno de versos y con sábanas limpias, un palacio donde pueden entrar sin llamar los hombres malheridos. Vive en un palacio minúsculo que se barre en minutos. Dice que es humilde y está lleno de libros de bolsillo.
Dice Silvia que en la calle donde vive hay muchos.
Lugares pulcros donde dejan la vida, lugares delicados donde esconden los terrores de la noche, del trabajo, de la familia.
Palacios de cemento y ladrillo, palacios en alquiler, palacios sencillos.
Sin mazmorra ni princesas hilando fino.
En la pared de mi habitación está escrito:
aquí duerme una poeta
aquí nacen sus sueños compartidos .

sábado, febrero 24, 2007

Dice Silvia que estos días ha estado pensando en la cobardía que gota a gota ahoga a las mujeres y a los hombres.
Dice que ha estado pensando en esto porque ha sentido muy cerca la mirada febril de quien todo teme. Lo peor, dice Silvia, es que esta gente de huesos pequeños, esta gente de conciencias dobladas, de ceños fruncidos, de violencias calladas, a esta gente le gusta aparentar que son los amos, caminan a zancadas, abanderan la razón, se afilian a la gloria y desprecian a quien no se encadena a sus manos.
Dice Silvia que el miedo es así, un borrón inmenso en la memoria.
Y dice Silvia que de todos los miedos que diariamente estallan , el peor es el que ni se nombra.
Tal vez tú, tal vez yo,
ambos tememos al amor
y a sus sombras.

viernes, febrero 23, 2007

Dice Silvia que hoy está cansada, simplemente.
Dice que no desea pensar en nada, que gotea su tristeza como si fueran lágrimas, que hoy es una mujer sin nombre y apellidos, dice que sólo quiere que llegue la noche para acostarse y que se acerque la calma a sus sueños y que le cante.
Dice que es tarde, que a veces es tarde, que los perros ladran a nadie y todo le duele y es como si estuviera entrando el invierno en sus venas sin llamar a la puerta, sin presentarse.
Dice Silvia que pronto dormirá, y mañana, cuando despierte, cogerá la esperanza que dejó a los pies de la cama y le dará agua.
A sorbos, para que no se atragante.
Para que sedienta, reseca, con sal en los ojos, no muera.
Recuperaremos la alegría,
porque es nuestra bandera,
porque no sabemos estar sin ella.

jueves, febrero 22, 2007

Dice Silvia que muchas veces se pregunta por la vulnerabilidad de las personas, por ese motivo fragilísimo que hace retorcerse de dolor o de rabia, por esa razón que provoca el puñetazo, el llanto, el menosprecio. Dice Silvia que hay personas que exhiben su orfandad para que tengamos tacto, para que el mundo entero se arrodille y agache la cabeza , callando. Dice Silvia que hay personas así, que exigen cuidado, que muestran su pasado, sus pecados, sus dolores, sus fracasos y no tienen en cuenta con quién están hablando. Y dan por hecho que los demás son tan fuertes que se les puede hacer daño, que pronto van a olvidarlo, que nunca tuvieron un ayer, ni un recuerdo, ni un lamento, ni un cadáver entre sus manos.
Dice Silvia que todos, todos, somos vulnerables, seres delicadísimos, niños solitarios, recién peinados, niños que esperan el amor, mirándose las manos.
Nunca es tarde para aprender que
más allá de ti mismo,
hay alguien.

miércoles, febrero 21, 2007

Dice Silvia que la realidad sobrecoge. La realidad cercana, la de aquí al lado, la del barrio, esta realidad que se desangra en la rutina, en el trabajo mal pagado.
Dice Silvia que a veces parecemos seres derrotados, pájaros sin vuelo. Dice que vamos en silencio, que los deseos son puños amputados, dice que estamos sordos, que somos animales mansos.
Dice que la esperanza se nos ha caído, ronca, sin gloria, que buscamos la otra orilla desesperados , que sobrevivimos brazada tras brazada y nunca es bastante..
Dice Silvia que este es un mal asunto, que vamos malheridos, casi muertos. Dice que hay quien se queda rezagado, ahí mismo, en lo más profundo y necesita que le den la mano.
Y dice Silvia que siempre hay quien ayuda a quien se está ahogando.
Y quien se aleja silbando.
No disimules,
nunca te han importado,
ni los perros, ni los seres humanos.

martes, febrero 20, 2007

Dice Silvia que a ella, aún, no le amputaron esa necesidad delirante de creer en las personas.
Dice que siempre le ocurre lo mismo, que va por la vida a pecho descubierto y no ve más allá, e ignora las máscaras, y acepta todas las palabras como ciertas, y no se le ocurre pensar que las proclamas son falsas.
Creer, una y otra vez ,es su única rebeldía.
Dice que no aprenderá jamás a desconfiar.
Silvia dice todo esto y le arde la boca mientras habla, dice esto porque reconoce que siempre es lo mismo, los mismos cantos de sirena, los mismos encantadores de serpientes, los mismos genios con sus lámparas, dice esto mientras desaloja de su presente todas las farsas, para empezar de nuevo, y olvidar tanto olor a hipocresía, tanto acoso, tanta ira.
dejan su hostilidad en cada puerta,
y mientras tragan saliva
huyen muy deprisa.

lunes, febrero 19, 2007

Dice Silvia que el otro día le han hecho daño, intencionalmente, porque sí o por si acaso.
Le han hecho daño para que le duela durante largo tiempo, para que sienta otra vez dolor a destajo, para que no olvide que las palabras, a secas, sepultan, aniquilan.
Dice Silvia que todo este daño hace que a ratos piense en la retirada, en dejarse morir, de muerte simple y tranquila.
Dice Silvia que se pueden ver los sollozos trepando ágiles por su espalda, que se le agarran a los ojos y no le dejan ver más allá del desastre.
Dice que a diario, hace recuento para saber si después de los golpes aún conserva todos sus dedos, todos sus sueños, para saber si están manchados de sangre, de insultos o de silencio.
Y dice que de momento, están limpios.
después de la ofensa
me has ordenado callar,
como si fueras dios o satán.

domingo, febrero 18, 2007

Todo un pueblo está hablando solo.
Con voz ronca.
Sin gloria.

Habla para escupir el miedo.
Habla y callamos igual que muertos.

Todo un pueblo
o varios pueblos
o todos los pueblos
hablan solos,
gritan solos,
aúllan sin ser lobos
y nosotros hacemos como que no somos parientes.

Todo el pueblo habla solo
y habla en vano.
Estamos sordos.

NOTA: Poema número 15 del poemario “Se están ahorcando los dioses” de Silvia Delgado Fuentes

miércoles, febrero 14, 2007

Dice Silvia que tal vez un día pueda alcanzar con los dedos el fondo de sus sueños.
Tocarlos, tibios, acostumbrarse a su textura como si fueran ciertos, rozar con ellos el viento, alzarlos como si surgieran de una preñez de siglos y lanzarlos a la vida, como hijos recién paridos, como pájaros recién aprendidos.
Tal vez, dice Silvia, los sueños se caen diariamente de los ojos y se pierden entre arena, entre cemento, entre miseria, sin darnos cuenta, sin echarlos de menos, sin sentir nostalgia por ellos.
Tal vez los sueños, mis sueños, se estremecen porque no ven llegar el momento, porque cada vez, cada día, cada instante que perdemos, perdemos también una parte y cada día que pasa ellos caminan más al fondo, se convierten en muñones sombríos. Tal vez, dice Silvia podría llamarlos por su nombre.
Tal vez, dice, mis sueños, son viejos sueños compartidos.
Son simplemente, viejos sueños de justicia.
La vigilia
es el ocaso
de la vida.

lunes, febrero 12, 2007

Dice Silvia que tiene terror a la violencia verbal. Dice que se paraliza si alguien, quien sea, levanta la voz o insulta, dice que se queda cabizbaja, atolondrada, y mientras caen sobre su cabeza todas las palabras ella interiormente canta para no escucharlas. Silvia cree que los gritos desnucan cualquier razón, y aprieta los puños y calla.
Y olvida hablar.
Y cuando la tempestad amaina y la voz ya no está seca, cuando los ojos retiran la sal de las miradas, y la ternura se abre paso y las dentelladas de furia no desangran, entonces, dice Silvia, cuando todo está en calma, ella recoge los recuerdos de su infancia, se levanta y se marcha.
Duelen las palabras,
las hostiles y las ásperas.
Hacen heridas que matan.

domingo, febrero 11, 2007

Dice Silvia que en marzo pedirá días libres y se irá a Madrid.
Dice que caminará todo el tiempo y será como volverse loca... será como estar rodeada de millones de seres solitarios que aúllan y trabajan hasta el alba, será, dice Silvia, como si ella misma contara con los dedos, uno a uno, los delirios, los muertos, los suicidios.
Silvia dice que cada vez que va, la ciudad, se sube un poco las enaguas y le muestra que no todo es perfecto, que todos llevan los pies fríos , que los cielos no tienen estrellas y los pájaros agonizan sin ser libres.
Dice Silvia que a pesar de esto, a ella le gusta Madrid porque es una ciudad que aguanta las embestidas.
Por esto me gusta Madrid, dice Silvia, porque más allá del desastre , sueñan, aman, sobreviven.
Porque más allá de esto, la esperanza aguarda en cada esquina.
De sol a sol.
Trabaja de sol a sol,
ya pagó su injusto peaje.

viernes, febrero 09, 2007

Nadie sabe su nombre.
Ni su procedencia.
Nadie sabe su edad.
Nadie sabe que Liu tiene también familia.
Sólo vemos de ella, una mirada oblicua.

Se abre paso entre el gentío que la ignora o abuchea.
Y Liu conserva intacto el manojo, pese a los empujones,
y se detiene frente a quien ella considera que está
lo suficientemente cachondo
o borracho
o solidario
como para comprar flores a un euro.

De bar en bar,
sabe que cuando la risa afloja,
también aflojan los bolsillos
y entonces se acerca tímida,
soporta tirones de pelo,
roces en las nalgas,
regateos...
Hasta que al fin,
la limosna.

A Liu la violaron una madrugada.
En un portal.
Dos hombres.
Cuando se marcharon,
se abrochó la camisa y la rabia
y olvido para siempre
que su cuerpo había sido embestido
por los mismos que le compraron flores,
los mismos que fueron espléndidos
con sus mujeres de miradas verticales.

NOTA: Poema titulado “Liu”, del poemario “Las cuarenta chimeneas del infierno” de Silvia Delgado Fuentes.

jueves, febrero 08, 2007

Dice Silvia que cuando tenía un año se le cayó encima una cafetera con café hirviendo. Dice que su madre le ha contado que eran espantosos los gritos, que fue horrible recoger a su hija con el cuerpo abrasado.
Dice que aún tiene cicatrices por todo el brazo.
Dice que a los demás niños les daba asco. Pero que a ella le gustaba porque la piel nueva era suave, rosada, volcánica. Le gustaba sobre todo porque era insensible al dolor y podía pellizcarse y clavarse agujas hasta hacerse sangre.
Aprendemos demasiado pronto
a manejarnos solos entre
el dolor y el gozo.

miércoles, febrero 07, 2007

Dice Silvia que ella nunca sintió que pertenecía a un lugar, a una casa, a una persona.
La suya es la historia del desarraigo.
Dice que por eso ella se explica su escaso nacionalismo, por eso comprende que no llevara en la mochila una bandera, ni una dirección a la que regresar, ni una fotografía, dice Silvia que por eso nunca le importó marchar, que lo hacía sin mirar atrás, que tomaba la decisión en noches insomnes de delirio o borrachera. Dice que se acostumbró a esto, a decir adiós, a desaparecer.
Dice que ahora deberá echar raíces y no sabe cómo empezar.
No sabe cómo sugerir a las personas que ama que se queden hasta el final. No sabe arrancarse esta inquietud, este desasosiego que le nace desde dentro, desde lejos.
No sabe, no.
Y está triste y desea otra vez irse...
A lo largo de una vida,
se viven muchos duelos,
demasiados lutos para un solo cuerpo.

martes, febrero 06, 2007

Dice Silvia que estos días está preparando material-molotov para su web personal, dice que está reflexionando sobre qué es la poesía exactamente, para quien escribimos o desde qué lugar exacto.
Dice que piensa colgar textos ásperos, incómodos, textos escritos con agotamiento.
Dice que se siente muy sola haciendo esto, que le gustaría compartir sus pensamientos, le gustaría, en definitiva, convertir su web en un lugar de encuentro de disidentes, en un lugar donde hacer uso de la rebeldía, de la poesía como instrumento.
Dice Silvia que José Galván escribió: “Hay que hundir las palabras en la realidad hasta hacerlas delirar como ella”,y dice que su propósito será precisamente ese, hundir sus poemas en la realidad. Pese a quien pese.
no agaches la cabeza
si lo haces una vez,
perderás después la cuenta
.

lunes, febrero 05, 2007

Dice Silvia que su madre le da dinero de vez en cuando. Dice que se lo deja, callada.
Y nunca le da explicaciones y nunca hablan de esto.
A ambas les de vergüenza.
Dice que su madre es una buena mujer que no sabe besar.
Dice Silvia que admira a esta mujer porque es la superviviente más digna, porque aparenta fragilidad y es una vasca fuerte y noble.
Dice que cuando encuentra un sobre arrugado con dinero, la imagina guardando todo su amor a hurtadillas en el bolso o en el abrigo. Y entonces, dice Silvia, piensa en ella, piensa sólo en ella, en sus manos, en su risa, en su dignidad, piensa que le robaron todos los abrazos pero que ella poco a poco va a devolvérselos. Hasta que los tenga todos.
Tantos como huesos, tantos como gritos, tantos como desprecios recibidos.
Ama, dame tus manos,
Dame tu voz,
Dame tu compostura.

viernes, febrero 02, 2007

Dice Silvia que hoy se emocionó al ver la fotografía de dos republicanos muy ancianos con el puño en alto.
Dice que desea pedirles perdón, cara a cara.
Perdón por no ser como ellos, por no arriesgar la vida, ni la palabra, perdón por la memoria quebradiza, por la incoherencia, por no tener la mirada atenta, por extraviar las definiciones, perdón por no saber exactamente qué es la justicia, ni la vergüenza, ni la desobediencia.
Perdón, viejos, porque hicimos mal uso de vuestra herencia.
Perdón porque aún no pudimos celebrar la victoria y la espera, para todos, se está haciendo eterna.
aún sueña
con llegar al mañana sin amenazas,
con llegar al alba, al alba...

jueves, febrero 01, 2007

Dice Silvia que lleva semanas pensando que todos somos supervivientes de algo.
Dice que cada uno de nosotros sobrevivimos una y otra vez a las barbaries del amor, la traición, o la familia.
Dice que tomar conciencia de esto, saber que tarde o temprano volveremos a naufragar, a no tocar fondo, a nadar a contracorriente, saber esto, asumirlo como inevitable y cierto, nos hará reconocer el inmenso desamparo en el que nos han dejado.
Y entonces, dice Silvia, podremos, al fin, perdonarnos.
Yo sé que no pudiste,
tu corazón nunca estuvo iluminado,
el amor ,te dejó en pelotas, te dejó temblando.