jueves, agosto 30, 2007

Dice Silvia que la alegría es un reloj que se oxida.
Dice que sus engranajes se obstruyen, a veces sin darnos cuenta, a veces intencionalmente.
Dice que estar alegres, poner en funcionamiento esta maquinaria antigua nos cuesta y preferimos escucharla moviendo sus goznes estropeados, sentir que su ruido atroz nos atraviesa, a veces parece que preferimos que sea así, que se vaya deteniendo, que se quede arrinconada en el desván allá donde nunca regresamos por miedo a las arañas.
Dice Silvia que no somos justos con ella, que siempre nos espera con todas sus horas y sus calendarios abiertos.
Lo difícil, dice Silvia, es darla cuerda diaria y puntualmente.
Quédate junto a mí,
es momento de caminar
no de detener el tiempo.

lunes, agosto 27, 2007

Dice Silvia que ella cada vez cree en menos cosas.
Busca esperanzas sin partir, de esas que brotan en las manos irredentas, busca como recuperar la ilusión, la certeza de que todo irá a mejor. Pero es inútil , afuera llueve, los asnos sueñan con ser ciegos y la vida se derrama.
Dice Silvia que sin permiso le vienen estos pensamientos y le arrodillan, le atan las manos, le dan tirones violentos y no le dejan alegrarse por el pan repartido, no le dejan ser risa, ni canto, ni regazo.
Los días se detienen
en medio del camino
tienen sed y no hay río.

sábado, agosto 18, 2007

Este blog estárá un tiempo callado.
Demasiados días al borde de la poesía, al borde de la vida.
Me falta el aire.
Volveré pronto, cuando mi piel, mis huesos, mi corazón sepan mi nombre y hacia donde voy.

jueves, agosto 16, 2007

Dice Silvia que sus días son lentos como si tuvieran las piernas rotas.
Dice que cuando las horas caen así, gota a gota, cuando llueve eternamente en cada uno de los tejados y es todo gris y las campanas suenan lejanas y los perros callan, dice Silvia que en esos momentos, el corazón aprovecha para mostrarle las noches gruesas, los gritos locos, la ternura a medias.
Dice Silvia que entonces se acurruca en un rincón de su pecho, se cubre los oídos con las manos y canta, canta para no sentir crujir sus pensamientos, para no escuchar la voz de todas las voces que le atormentan, canta y canta, hasta que los días lentos pasan.
La alegría
es una de las pocas victorias
que tiene la vida.

domingo, agosto 12, 2007

Dice Silvia que lleva años escribiendo desde el dolor más gangrenado. Dice que ha muerto en todas las muertes. En todas las sepulturas ha dormido sueños profundos. Se ha abierto las venas para que salieran de ellas palomas grises, corazones asustados, niños perdidos.
Dice que sus pequeñas palabras son sólo eso, diminutas esperanzas que no saben ir muy lejos.
Dice que tiene los huesos castigados de tanto canto, de tanta vergüenza, de tanto desamparo.
Dice que entre los muslos del alma sólo le queda un puñado de poemas a medio parir y un grito oscuro que no le deja seguir.
Volverás, limpia,
con las manos llenas,
con la frente escrita.

viernes, agosto 10, 2007

Dice Silvia que para ella, escribir, es cada vez menos una necesidad.
Dice que antes lo hacía febrilmente, con las uñas y los colmillos afilados. Creía en el poder de la palabra y le venían como en bandadas, se le posaban en las manos, en la espalda, en la mirada.
Dice que lleva los poemas clavados en sus entrañas y le duelen inmensamente.
Dice que no sirven, que son inútiles, que nada cambian, son como bestias mansas, como asnos muertos de madrugada.
Dice Silvia que por esto, cada vez es menor su necesidad de escribir, y se pasan los días y ni se entera.
Dice que nacer poeta, así, poeta desafinada, poeta de sombras, de plomo, de mortajas, es un mal destino.
Siempre mueren, los poetas,
de muertes prematuras.
De hambre, de sed, de vida.

miércoles, agosto 08, 2007

Dice Silvia que hoy tiene una tristeza pesadísima. Dice que sin pedirle permiso se le agarró a las tetas.
Dice que se siente gastada, harta, con las manos atrofiadas y la voz debilitada.
Dice que hoy solo desea estar sola para explorarse los huecos, para medirlos milímetro a milímetro, para recorrerlos con los dedos, para chupar toda su dentera, para morirse en cada una de sus muertes, en cada una de sus memorias, en cada una.
Dice Silvia que hoy los sentimientos no hacen ruido, no bostezan, no dan palmas.
Simplemente cantan para adentro.
Mañana habrá sol, habrá pan,
habrá risa.
Mañana dejaré de ser poeta a medias.

sábado, agosto 04, 2007

Dice Silvia que acaba de terminar de escribir unos poemas y se siente hueca. Se los ha ido arrancando como si fueran huesos y ahora, de ella, sólo queda piel reseca. Igual que un fruto abrasado por un incendio. Igual.
Dice Silvia que siempre le ocurre, es un vaciarse voluntario y desgarrado, es un tocar fondo, es un deleitarse en las palabras más ásperas, en la realidad más doliente, en la más descarnada.
Dice que no volverá escribir, que no es necesario derrumbarse, ni transitar por la vida arrodillada.
Pero seguro que pronto copularán en su corazón palabras nuevas y nacerá otro puñado de versos en medio de su tierra gastada.
Nunca estarán sobre una mesa,
como el pan o como el agua.
Nunca.

jueves, agosto 02, 2007

Dice Silvia que ella sabe cuánto quiere a las personas cuando siente que se le caen de las manos. Dice que comprueba que sus palmas se llenan de agujeros profundos, abismales, dice que mira los huecos que le quedan, las llagas, las perforaciones, como si fueran pozos sin agua y entonces busca el nombre.
El nombre de quien tanto ama.
Y trata de rescatarlo pegándoselo, haciendo con su amor arcilla.
Dice que no para hasta conseguirlo, no para hasta tener una nueva piel, unas nuevas manos. No para hasta recuperarlo.
Son sólo carne y huesos y dedos
suficientes para sostener
todos los mundos de acero.