viernes, junio 29, 2007

Dice Silvia que las palabras no son estatuas. Están vivas y buscan migajas de pan para alimentarse.
Silvia dice esto porque no entiende qué ocurre con ellas. Dice que palpitan torpes entre sus manos y ella las mira sedientas, enfermas, casi muertas.
Dice que a veces, las palabras, se le pegan a la piel, y le dejan sus impurezas, su rastro de sangre y de babas.
Y no sabe qué hacer.
Dice que no son estatuas.
No llevan un cascabel para decir por dónde andan, tienen ojos que se derrumban, tienen cuerdas que atan, tienen piedras en los bolsillos que dañan.
Las palabras, dice Silvia, son letras sin modales que miran profundo donde más duele y espantan.
Condenadas palabras
rompen los cristales
y no los arreglan.

miércoles, junio 27, 2007

Dice Silvia que ayer fue a comprar fruta al supermercado. Dice que había cestas de cerezas a precio de saldo, mangos baratos, peras, melocotones, plátanos casi regalados
Un surtido inmenso, colorido, exótico, sabroso...
Dice Silvia que pensó en las manos que habían recogido todo eso, imaginó el hambre, la pobreza... pensó en los países lejanos de donde provenían, pensaba sencillamente en su dolor levantándose temprano para ir al campo.
Pensaba que esas manos tienen hambre y tienen pena y no dan palmas, pensaba que son dedos que no acarician ni los domingos.
Pensaba que mientras trabajan a destajo se preguntan por qué, por qué tanta balanza desequilibrada siglos y universos.
Y pensaba que las nuestras
son manos atrofiadas.
desde el inicio de los tiempos.

lunes, junio 25, 2007

Dice Silvia que Alberto ha fallecido.
Dice que cuando se lo dijeron quedó aturdida, como si el amor se hubiera detenido en seco, como si su corazón hubiera recibido un golpe seco, como si viviera un tiempo lento.
Dice que pensó en su amigo y pensó que no había ido despedirlo, que le resultó imposible comunicarse con su familia y se ha muerto, ha dejado su sitio y ya no lo verá en su silla, ya no le dirá con ironía que es su novia, ya no le invitará a café ni leerá el periódico en la puerta del bar como hacía todos los días.

Se ha ido.

Mañana las campanas sonarán tristes y sin remedio, mañana Silvia apretará los dientes, se cagará en la vida, mañana a las siete los perros aullarán porque un hombre bueno se fue para siempre.

Has muerto,
limpio hombre de limpias manos
limpio corazón, preocupado.
Has muerto podridamente enfermo.
Definitivamente, te has ido.
Van por ti mis pobres palabras.
Van por ti, hermano.

sábado, junio 23, 2007

Dice Silvia que antes se le caía la tristeza por todas las esquinas.
Dice que era una postura vital, una manera de presentarse al mundo.
Dice que arrastraba el corazón, pesado, sin bálsamo posible.
Dice que eso era antes, que ahora ha recuperado el apetito, que tiende la mano firme y se muere de alegría.
Dice que a veces mira hacia atrás para ver si el rastro que deja a su paso es de llanto pero es de risa.
Silvia simplemente desconfía, nunca imaginó que se sentiría en paz consigo misma.
He olvidado la voz
que me ordenaba
ser siempre una mujer extraña.

miércoles, junio 20, 2007

Dice Silvia que su amigo Alberto se está muriendo, deforme.
Dice que debe ir a despedirse, tomar su mano, guardar silencio, besarle un beso largo.
Dice que todos los días planea ir a verle pero todos los días le surgen imprevistos, quehaceres cotidianos que tropiezan su deseo.
Dice Silvia que está aterrorizada, que sólo pensar en su mirada, en sus palabras, sólo imaginar cómo este hombre yace moribundo sobre una cama hospitalaria, esperando la muerte, esperando, esperando... la paraliza y entonces, busca absurdas citas, absurdas compras, absurdos encuentros y reuniones...
Dice Silvia que está cansada de pensar en ella como si fuera medular su miedo, como si ella fuera protagonista, como si fuera la mujer más egoísta, la más asustada, la más necia.
Lo que importa hoy, dice Silvia, es que Alberto no se sienta sólo.
Lo demás, dice, son cuentos que se cuentan las mujeres cobardes cuando tienen que plantar cara ante lo irremediable.
No te lleves
mi espanto
sobre tus sábana blanca.

lunes, junio 18, 2007

Dice Silvia que a veces, ella ,ve a la esperanza acercarse con sigilo, tiritando, dice que se le muere con frecuencia entre los brazos, a veces, sólo a veces, la ve caerse a pedazos, derramarse, escurrirse entre los dedos, atragantarse.
Dice también que si la observa más allá del bosque, más allá de sus sombras, de sus delirios, de sus agonías comprueba que es su costumbre, herirse las rodillas, a poquitos, a ratitos para sentirse una más entre tanto hombre, mujer y niño lastimado.
Y Silvia dice también que aunque esté mortalmente herida, la esperanza le hace señas, le indica los asombros, los sueños postergados, ella le espanta el silencio, le da de beber, le calma la sed de siglos, la sed de amor, la sed inagotable de justicia..
Es inútil,
no hay cadalso
donde ejecutarla limpiamente.


viernes, junio 15, 2007

Dice Silvia que las paredes de su laberinto cayeron como arena... dice que se derumbaron lenta y suavemente, como si nada.
Dice que ahora tiene que aprender a caminar en línea recta, que debe acostumbrarse a la luz, a las miradas, debe explorar y no le importa, por primera vez no le importa empezar de cero porque sabe que la soledad no es su condena.
Silvia sabe que tiene mucho trabajo por hacer, pero ya su corazón no arrastra cadenas, no edifica muros, no aplasta pájaros, ni trinos ni canciones.
Silvia sabe que es como otros, como muchos otros, un corazón en hoguera, un corazón, con huesos, piel, con venas.
Un corazón sin piedras.

Escucha, mi corazón
viene silbando,
canciones nuevas
.

domingo, junio 03, 2007

¿qué vale una mujer?, ¿para qué sirve una mujer viviendo en puro grito?
(Angela Figuera)


Hay una mujer que nos habla desde las raíces, desde la tierra, desde la sangre primigenia, esa mujer viene atravesando la infamia con sólo su dolor por bandera, esa mujer es la misma que llevan dentro las modistas, las prostitutas, las trabajadoras, las artistas. Esa mujer, de huesos y arcilla, de palabras poco convenientes, la misma que presenció el parto primero, esa mujer nos dice en alta voz o en susurros que venimos de la misma herida y que juntas debemos salir a la luz a golpe de verso o de salario.

Venimos de un mundo que nos da la espalda.

Por lo tanto nada nos distingue somos todas y ninguna.

Y porque nos une esta realidad de siglos nuestra poesía, debe ser igual que la labor de las mujeres en el campo o en los negocios. Debe ser pan, canción, elegía. Debe ser una poesía sin tapujos, sin paños calientes, una poesía de pecho al descubierto, de larvas y de rosas. Como hicieron antes, como están haciendo tantas. Poetas o maestras.

Escribir es una costumbre, es en un acto subversivo, de compromiso con todas nosotras, como si fuera un delirio, una victoria , una letanía.
Escribir, verso a verso, golpe a golpe, con todos los ayes y los hasta siempre.
Escribir como si fuera un largo etcétera, un borrón y cuenta nueva, un escozor, una protesta utilísima .
Escribir, porque nos arrinconan, nos parten el corazón y nos dejan solitarias, calladas, ahogando la voz con musgo o con piedras.
Escribir es firmar un pacto solidario por las que están en la penumbra, escribir es dar la mano, es soltar palomas, es decir, simplemente aquí estamos desde el principio.
Aquí estamos.

Por esto obedezco el dictado de la mujer primigenia que está en nosotras salvándonos de todos los abismos y escribo mientras hay quien anónimamente enhebra los sueños o los amamanta.

*
Escribir desde las mujeres que somos, desde la mujer que soy es un acto de rebeldía.
Que quede nuestra palabra impresa para que no digan nunca que nos escondimos.
Para que no digan.
Para que no sigan diciendo.

Nota: Silvia Delgado Fuentes estará en Argentina hasta el día 14. El post de hoy será leído en Santa Fe en un encuentro internacional de mujeres poetas.

Espero que a partir de la fecha indicada, regresen a esta, su casa, mi casa, nuestra casa. Un abrazo, Silvia.