sábado, junio 23, 2007

Dice Silvia que antes se le caía la tristeza por todas las esquinas.
Dice que era una postura vital, una manera de presentarse al mundo.
Dice que arrastraba el corazón, pesado, sin bálsamo posible.
Dice que eso era antes, que ahora ha recuperado el apetito, que tiende la mano firme y se muere de alegría.
Dice que a veces mira hacia atrás para ver si el rastro que deja a su paso es de llanto pero es de risa.
Silvia simplemente desconfía, nunca imaginó que se sentiría en paz consigo misma.
He olvidado la voz
que me ordenaba
ser siempre una mujer extraña.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Conozco a alguien que dice lo mismo que tú, alguien que ya no quiere usar dos relojes (porque ya no tiene piel, ni lágrimas, ni motivos)
Gracias por hacernos saber esto.