jueves, enero 31, 2008

Dice Silvia que la memoria es caprichosa, que cierra por dentro algunos episodios de la infancia para que no se oreen las heridas.
Dice que esto nos ocurre a todos y por eso caminamos con los ojos llenos de arena, porque no podemos tocar al niño que llevamos, al niño ulcerado desde tiempos tan remotos.
Dice Silvia que cuando encontramos la llave, cuando le damos la mano, cuando le ayudamos a salir y permitimos que sanen sus rodillas entonces regresa a nosotros, tibio, risueño, bien peinado.
Regresa a nuestros ojos para estrenarlos.
Sal de tu encierro.
Niña,
no tengas miedo.

viernes, enero 25, 2008

Dice Silvia que es difícil abrir las alas, mantenerlas extendidas. Dice que caminamos con los codos bien pegados, no vaya a ser que alcemos vuelo y sintamos el vértigo de la vida.
Dice que tenemos tanto miedo, somos seres tan temerosos que lloramos a solas para que no nos vean mortalmente humanos.
Dice que nuestro caminar es lento y torpe, como de anfibio.
Y dice que no queremos volar, no vaya a ser que por vez primera seamos felices y esto sí que nos aterra.
A ambos lados están.
Sólo tienes
que moverlas.

jueves, enero 17, 2008

Dice Silvia que hoy vio un indigente llorando mientras pedía en una calle. Dice que conoce a este hombre desde hace tiempo, que desde hace tiempo la calle es su casa y su dignidad está en el interior de una gorra que coloca sobre la acera. Dice que no sabe cómo pudo llegar hasta ahí, que es joven, que los inviernos son muy fríos y ya no hay portales abiertos.
Dice Silvia que al pasar a su lado él mira de frente y ella sin embargo, camina mirando al suelo. Dice que no bastan unas monedas, ni un plato tibio para resarcir a este hombre sus miserias.
Dice que no se trata de piedad, que este hombre, otros hombres, otras mujeres, nacieron con el derecho a pan y abrigo que se les niega y dice Silvia que maldita esta sociedad que los convierte en invisibles a los ojos de cualquiera.
Maldita sociedad de mierda
que esconde la mano
y arroja las piedras.

sábado, enero 12, 2008

Dice Silvia que piensa en la muerte con frecuencia, pero lo hace sin rencor. Es una evidencia que llegará más temprano que tarde.
Dice que antes era un peso oscuro, un presagio, un destino demasiado amargo.
Y dice que hoy piensa en ella desde la reconciliación, desde la tranquilidad que da saber que su corazón estará para siempre a media hasta.
Dice que ya no hay unicornios en sus sueños, no hay ventanas abiertas ni cerradas, no hay escaleras, ni calaveras. Desaparecieron los aullidos, el agua estancada, las botellas vacías.. hoy sus sueños duermen plácidos en alguna parte, lejos de ella, afortunadamente.
Pá qué,
pá qué soñar,
pá qué.

domingo, enero 06, 2008

Dice Silvia que la vida es como arrancarse la piel, las uñas, despojarse de las vísceras, de los huesos, uno a uno, hasta quedarnos con sólo el corazón como equipaje.
Dice Silvia que de la vida, a veces, sólo quedan unas huellas, un latido, un recuerdo o dos y muchos, demasiados seres anónimos.
Dice que es extraño imaginar que las heridas de nuestra ausencia se pondrán a orear y sanaran rápidamente.
Después de ti,
después de mí,
aún habrá esperanza.

jueves, enero 03, 2008

Dice Silvia que ella escribe palabras pequeñas y a veces, se vuelven enormes. Dice que cuando las ve crecidas, saludables, con la frente limpia, se siente feliz y entonces le gustaría tener palomas en su ventana para contárselo y que lleven su mensaje claro.
Dice que otras veces, sus palabras se convierten en semillas diminutas que se pierden al menor descuido y las picotean las gallinas y las barren las vecinas y agonizan tristes entre el polvo y la ceniza. Dice Silvia que no sabe porqué sus palabras hoy laten tanto y tan deprisa. Debe ser porque llevan la vida a cuestas.
Poesía,
no me dejes,
yo no sé de traiciones.