viernes, junio 29, 2007

Dice Silvia que las palabras no son estatuas. Están vivas y buscan migajas de pan para alimentarse.
Silvia dice esto porque no entiende qué ocurre con ellas. Dice que palpitan torpes entre sus manos y ella las mira sedientas, enfermas, casi muertas.
Dice que a veces, las palabras, se le pegan a la piel, y le dejan sus impurezas, su rastro de sangre y de babas.
Y no sabe qué hacer.
Dice que no son estatuas.
No llevan un cascabel para decir por dónde andan, tienen ojos que se derrumban, tienen cuerdas que atan, tienen piedras en los bolsillos que dañan.
Las palabras, dice Silvia, son letras sin modales que miran profundo donde más duele y espantan.
Condenadas palabras
rompen los cristales
y no los arreglan.

2 comentarios:

Mauricio Feller dijo...

Ellas no tienen la culpa, sólo son anclas de metal liviano que nos permiten deternos un instante frente a lo que llamamos "realidad". Es cierto que a veces se nos pegan a la piel como un ácido quemante, pero también lo es que gracias a ellas no estamos tan solos y, algunas veces, ni siquiera estamos solos.

Alma dijo...

¡Así son las palabras!

DTB