jueves, agosto 30, 2007

Dice Silvia que la alegría es un reloj que se oxida.
Dice que sus engranajes se obstruyen, a veces sin darnos cuenta, a veces intencionalmente.
Dice que estar alegres, poner en funcionamiento esta maquinaria antigua nos cuesta y preferimos escucharla moviendo sus goznes estropeados, sentir que su ruido atroz nos atraviesa, a veces parece que preferimos que sea así, que se vaya deteniendo, que se quede arrinconada en el desván allá donde nunca regresamos por miedo a las arañas.
Dice Silvia que no somos justos con ella, que siempre nos espera con todas sus horas y sus calendarios abiertos.
Lo difícil, dice Silvia, es darla cuerda diaria y puntualmente.
Quédate junto a mí,
es momento de caminar
no de detener el tiempo.

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