Dice que antes lo hacía febrilmente, con las uñas y los colmillos afilados. Creía en el poder de la palabra y le venían como en bandadas, se le posaban en las manos, en la espalda, en la mirada.
Dice que lleva los poemas clavados en sus entrañas y le duelen inmensamente.
Dice que no sirven, que son inútiles, que nada cambian, son como bestias mansas, como asnos muertos de madrugada.
Dice Silvia que por esto, cada vez es menor su necesidad de escribir, y se pasan los días y ni se entera.
Dice que nacer poeta, así, poeta desafinada, poeta de sombras, de plomo, de mortajas, es un mal destino.
Siempre mueren, los poetas,
de muertes prematuras.
De hambre, de sed, de vida.
4 comentarios:
Los poetas son seres especiales, sin dudas, y en general cargan muchas cruces, o quizás las mismas que todos, pero son conscientes de ellas.
Este blog queda contenido en uno, cuando como lector, también se permite el desdoblamiento.
Hágale saber a Silvia; que me gusta mucho lo que dice y dice bien... y que lo que no dice me gusta aún más... precisamente por eso, porque es ahí, en ese no decir, en ese apenas dejarlo todo como algo entrevisto, que el mundo se revela.
Por favor.
Silvia, eso llego al alma, y duele mucho, me quede con, no se que decir, después te escribo
Tú no morirás de ninguna muerte prematura, ni de hambre, ni de sed, ni de vida. Morirás después de haber dicho todo lo que tienes que decir y después de haber sido amada todo lo que debes ser amada. Nunca antes de todo eso. Y morirás de vieja y de sabia, tiempo después de despedir a tu compañero de vida, ese tipo que te demuestra que tus poemas sí sirven y no son inútiles.
Es cierto, ser poeta es a veces un mal destino; pero también lo es el hecho que extraer conejos de sombreros que sólo vemos nosotros es un prodigio incomparable y hace que la vida sea bastante más que el tiempo y que el espacio.
Te amo
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