lunes, febrero 12, 2007

Dice Silvia que tiene terror a la violencia verbal. Dice que se paraliza si alguien, quien sea, levanta la voz o insulta, dice que se queda cabizbaja, atolondrada, y mientras caen sobre su cabeza todas las palabras ella interiormente canta para no escucharlas. Silvia cree que los gritos desnucan cualquier razón, y aprieta los puños y calla.
Y olvida hablar.
Y cuando la tempestad amaina y la voz ya no está seca, cuando los ojos retiran la sal de las miradas, y la ternura se abre paso y las dentelladas de furia no desangran, entonces, dice Silvia, cuando todo está en calma, ella recoge los recuerdos de su infancia, se levanta y se marcha.
Duelen las palabras,
las hostiles y las ásperas.
Hacen heridas que matan.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Y tanto que duelen las palabras. Y a veces hieren más que una guadaña.

Espero que Silvia, en adelante, sólo escuche música.

Un abrazo

Lety Ricardez dijo...

A vewces como hoy, se que grito sin voz, bueno gritan los recuerdos de infancia, que necesito sacar para poder levantarme y caminar.

Besos queridísima amiga, te espero en casa porque yo así lo quise

CEL dijo...

La violencia sea cual sea el tgermino en que se imparta, oral, fisíco, psiquico, deja hereridas sangrantes y cicatrices en el alma.
Silvia tambien dejan dolor palabras que nunca se pronunciarón, no hirierón pero matarón la ilusión de una niña que queria escuchar un te quiero.

Un beso.

Alma dijo...

Cuando la voz es la brasa que consume a la razón, el silencio es el agua que la ha de sofocar.

DTB