martes, enero 02, 2007

Dice Silvia que hoy se acordó de sus muñecas, de esos extraños objetos que guardaba en el fondo del armario. Dice que no sabe qué ocurrió con ellas, seguramente se perdieron en alguna de las mudanzas... no le importa. Eran espantosas. Vestían corto y de encaje, tenían los ojos azules y sonrisa permanente. Hablaban, o meaban o tomaban biberón como si fueran niñas normales. Pero daba miedo abrazarlas. Dice Silvia que a ella le hubiera gustado tener una muñeca de trapo rellena de arroz o de trigo. Una muñeca que saciara su hambre de caricias, una que no dijera “te quiero” sin sentirlo.
Las personas tenemos fuego
rescoldos o
escoria dentro.

1 comentario:

Lety Ricardez dijo...

Hace tiempo, querida Silvia, la niña lety escribió este poemita que te dejo de regalo:

¡Que bueno que se descompuso
mi muñeca la que hablaba!
Antes cuando jugábamos
ella se platicaba sola.

Como ves Lety la niña te entiende. También te quiere