
Se fue sin decir adiós,
simplemente no volvió.
Lo buscamos.
Buscamos su vientre inflamado,
sus ojos amarillos,
sus dedos temblorosos.
Buscamos su caminar torcido,
sus voces roncas,
sus manotazos,
sus delirios.
Lo buscamos en otros rostros solitarios,
bajo los puentes,
en los portales,
en los bancos,
en los parques,
en el campo.
Lo buscamos en las iglesias,
en los comedores solidarios,
en las peleas,
en la mendicidad puerta a puerta.
Lo buscamos hasta encontrarlo
un frìo dia de verano
ahogado con sus propias manos.
simplemente no volvió.
Lo buscamos.
Buscamos su vientre inflamado,
sus ojos amarillos,
sus dedos temblorosos.
Buscamos su caminar torcido,
sus voces roncas,
sus manotazos,
sus delirios.
Lo buscamos en otros rostros solitarios,
bajo los puentes,
en los portales,
en los bancos,
en los parques,
en el campo.
Lo buscamos en las iglesias,
en los comedores solidarios,
en las peleas,
en la mendicidad puerta a puerta.
Lo buscamos hasta encontrarlo
un frìo dia de verano
ahogado con sus propias manos.