Dice que tenemos tanto miedo, somos seres tan temerosos que lloramos a solas para que no nos vean mortalmente humanos.
Dice que nuestro caminar es lento y torpe, como de anfibio.
Y dice que no queremos volar, no vaya a ser que por vez primera seamos felices y esto sí que nos aterra.
A ambos lados están.
Sólo tienes
que moverlas.
1 comentario:
Me conectas con un breve pero enorme poema del chileno David Turkeltaub. Creo que alguna vez te lo presenté:
No tengo por costumbre abrir las alas
Qué alas voy a abrir si están quebradas
Apenas sé reptar por esta tierra
El agua se arrepiente de tocarme
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