Dice que esta es una sensación extraña, como si tuviera un agujero que de ninguna manera se llenará. Es como si hubiera estado sonámbula, como si se hubiera convertido transitoriamente en estatua de sal.
Dice que así deben sentirse muchos viejos cuando no reconocen ni a sus hijos ni al diablo. Cuando se observan en el espejo y no saben quien es esa persona que les mira fijamente y les hace muecas, descarada.
Dice Silvia que los recuerdos, la memoria, son nuestro mayor tesoro, lo que nos hace dignos a nuestros ojos y a los ojos de los demás.
Dice Silvia que pobres de aquellos que empiezan a olvidar.
Yo quiero morir
antes de olvidar
que una vez, viví.
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