lunes, octubre 22, 2007

Dice Silvia que de pronto sus sentimientos se queman.
Sí, se abrasan porque no sirven, son inútiles, inmensamente inútiles.
Entonces se pone a llorar y regresa a sus laberintos y cierra la puerta y esconde la llave lejos.
Dice que esa sensación de ceniza, esa impresión extraña de llevar un corazón de paja preparado siempre para la hoguera, ese olor a humo, a rescoldo, a fósforo cerca le indican que en definitiva no está lista para la vida.
De acero, de plomo, de hierro
así quiero ser,
así debo ser.

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