Dice Silvia que ella ha conocido sólo a un hombre con semillas en las manos. Dice que ha visto cómo le brotaban entre los dedos, infinitas, de todos los tamaños y colores, de todos los metales y sabores. De todos.
Dice Silvia que es un hombre que observa de reojo su prodigio, como si no tuviera importancia, como si este hecho fuera invisible a los demás, como si no fuera nada.
Dice que a veces, pequeñas veces, momentos fugaces, se le cubren de escarcha o de nieve.
Dice Silvia que a ella le gustaría que este hombre aprendiera a mirarse las manos sólo en primavera.
Está lloviendo,
pronto florecerá
de nuevo.
Dice Silvia que es un hombre que observa de reojo su prodigio, como si no tuviera importancia, como si este hecho fuera invisible a los demás, como si no fuera nada.
Dice que a veces, pequeñas veces, momentos fugaces, se le cubren de escarcha o de nieve.
Dice Silvia que a ella le gustaría que este hombre aprendiera a mirarse las manos sólo en primavera.
Está lloviendo,
pronto florecerá
de nuevo.
2 comentarios:
con la ternura de saber ver al otro,este texto trasmite la esencia de un ser que tiene la valía de sensualizar y amar a las cosas simples pero enormes que salen de sus manos
alguien así merece sonreirle y prestarle manos para que suceda pronto el invierno y vuelva a brotes nuevos.
doy fe hay seres así
saludos
¿Qué se dice a quien dice palabras que terminan siendo llaves? ¿Se puede agradecer a un ser humano por el simple hecho de existir, de respirar, de mirar?
Yo sé que no te importa, pero ¡eres la mejor, lejos¡
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