sábado, julio 28, 2007

Dice Silvia que ella ha conocido sólo a un hombre con semillas en las manos. Dice que ha visto cómo le brotaban entre los dedos, infinitas, de todos los tamaños y colores, de todos los metales y sabores. De todos.
Dice Silvia que es un hombre que observa de reojo su prodigio, como si no tuviera importancia, como si este hecho fuera invisible a los demás, como si no fuera nada.
Dice que a veces, pequeñas veces, momentos fugaces, se le cubren de escarcha o de nieve.
Dice Silvia que a ella le gustaría que este hombre aprendiera a mirarse las manos sólo en primavera.
Está lloviendo,
pronto florecerá
de nuevo.

2 comentarios:

mabel casas dijo...

con la ternura de saber ver al otro,este texto trasmite la esencia de un ser que tiene la valía de sensualizar y amar a las cosas simples pero enormes que salen de sus manos
alguien así merece sonreirle y prestarle manos para que suceda pronto el invierno y vuelva a brotes nuevos.
doy fe hay seres así
saludos

Anónimo dijo...

¿Qué se dice a quien dice palabras que terminan siendo llaves? ¿Se puede agradecer a un ser humano por el simple hecho de existir, de respirar, de mirar?

Yo sé que no te importa, pero ¡eres la mejor, lejos¡