martes, julio 10, 2007

Dice Silvia que ella es una mujer sin dios, dice que nunca lo sintió cerca, que se hartó de llamarlo, se quedó afónica de tanto gritar su nombre, de tanto buscar su rastro.
Lo buscó tiempo y tiempo, en los trigales, en sus casas blancas, en sus sueños, en sus delirios, en sus muertos.
Lo buscó tenazmente en los libros, en el caminar recto, en los temblores, en los últimos besos.
Lo buscó. Si.
Dice Silvia que cuando era niña deseaba que dios mirara sus zapatos nuevos, o sus manos limpias o sus trenzas larguísimas. ..
¿dónde estabas,
maldita sea,
dónde estabas?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca había pensado en que un día terminaría por darte la razón.
Muchas veces yo también me hice esa pregunta ¿dónde estabas, maldita sea, dónde estabas?
Pero esa es otra historia.
Te quiero.

Anónimo dijo...

A veces creo que tengo la respuesta; a veces creo que sólo tengo la pregunta. Pero si a pesar de todo estoy aquí y pesar de todo estamos aquí, habiendo vivido todo lo vivivo, me resisto a poner la fe dentro de una jaula, a delimitarla a un asunto probabilístico. ¿Qué tal si seguimos buscando?

También te quiero
Mauricio

Txin dijo...

"...he sido, soy muy racionalista y me cuesta admitir que la magia existe, que estamos rodeados, protegidos por algo tan grande que no puedo ni imaginármelo.

Hace tiempo preguntaba el porqué de todo, exigía respuestas a cualquier cosa que se saliera de mis pobres y estrechos esquemas mentales y, cuando las obtenía, casi nunca satisfacían la curiosidad. Hasta que un día leí un caso de una canadiense, artista muy famosa, que por diversos motivos su vida dio un cambio radical y entró en una espiritualidad muy acusada. Visitaba un hospital de niños enfermos todos los días para acunar a los bebés más necesitados. Un día, mientras acunaba a un bebé de pocos meses que había nacido con síndrome de abstinencia y que solo dejaba de llorar las horas que ella lo acunaba, se preguntó mentalmente porqué éste niño tan pequeño tenía que sufrir tanto, si tan siquiera había visto la luz del sol, ¿qué culpa tenía él de lo que su madre hubiera hecho?. Entonces oyó una voz en su interior, la voz del niño, que le decía: ¡Calla y mece! Y ella lo comprendió, y yo también. Hay que rendirse a la evidencia del Misterio, de lo Incognoscible. Hay cosas que son así y no nos compete saber más, y no porque no debamos sino porque corresponden a un orden superior para el no estamos preparados para entender. Así que cada vez que algo me angustia porque no lo entiendo, me digo: Calla y mece, que para mí significa que en ese momento eso solo lo puedo hacer yo, con toda mi alma, con toda mi dedicación, sin querer saber el porqué de su causa. Me rindo ante el Dramaturgo Cósmico y su perfecto guión de escena. Por eso no cuento mis casos, porque a mí no me hace bien contarlos. Pero esto solo es mi caso, mi guión."

Juan Pedro Romera

Txin dijo...

la cita anterior está sacada de el blog de alma

Irantzu dijo...

Tampoco tengo dios.
La diferencia es que alguna vez lo tuve (me lo hicieron tener) y otro día lo dejé.