Se han muerto de hambre
mientras recogían café,
mientras alimentaban el ganado,
mientras molían el trigo,
mientras vendían miel.
Se han muerto de hambre
porque son jornaleros,
porque no tienen huerto,
porque no les alcanza el dinero,
porque no ponen ellos el precio de los alimentos,
porque viven en el infierno.
Se han muerto
para que nos ahoguen los desperdicios,
para que la gula sea virtud y no vicio,
para que la digestión pague sus tributos,
para que los bien nutridos obtengan beneficios.
Se han muerto
de muerte anónima,
de muerte silenciosa,
de muerte predecible,
de muerte estratégica,
de muerte oportuna,
de muerte convenida.
Se están muriendo
Ayer y hoy.
Antes y ahora mismo.
Se mueren de hambre
triturando la hiel de la codicia
con colmillos de furia,
con colmillos de injusticia.
NOTA: Poema del libro “No está prohibido llorar con los supervivientes” de Silvia Delgado Fuentes
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