viernes, abril 13, 2007

Dice Silvia que se asusta de su propia ingenuidad.
Dice que esto le produce risa pero también vergüenza.
Dice que le cuesta comprender el mundo, que no entiende los pensamientos de la gente en las batallas, no comprende la crueldad, las blasfemias, no comprende a las bestias, en las fronteras ni en las familias.
Dice Silvia que no hace mucho vio un chacal.. y se le heló la sangre. Lo vio sin su disfraz de hombre bueno, babeando veneno...
Dice Silvia que no podrá olvidarlo, que confiadamente, le regaló sus palabras, sus esperanzas, le dio sus promesas, sus confidencias, le dio todos sus errores y todas sus vulnerabilidades y entonces la atacó para hacerle daño, para demostrar quien manda, para demostrar quien tiene el poder de amansar a las poetas.
Saben agrias sus palabras,
son ásperas, huelen mal.
No son de hombre. Son de chacal.

2 comentarios:

Alma dijo...

Es el problema de la mentira, siempre se presenta con una
sonrisa en los labios y buenas intensiones en la voz, pero no se
sostiene por sí misma y tarde o temprano caerá tambaleante junto a
la hipocresía, el fariseísmo, la falsedad y las malas intensiones.

DTB

Lety Ricardez dijo...

¿Pero quien tiene el poder de amansar a los poetas? Desde luego no él, el chacal, sólo el absoluto, a quien yo llamo Dios

y tú le eres grata, tu eres voz de El y brazo que ejecuta también, como cuando estabas con tus viejecitos, así que callar, callarte ¿quien?