viernes, diciembre 15, 2006


Dice Silvia que sólo hay una clase de personas que detesta: a los taxidermistas. A todos esos que van por la vida vaciando de significado las palabras.
Dice Silvia que estos seres son difíciles de descubrir porque son expertos en escondrijos, en cobardías, veteranos de la mentira, practicantes de la doble moral, el doble lenguaje, la cara doble. Dice Silvia que son Caín y Abel a un mismo tiempo.
Silvia dice esto porque ha creído a pies juntillas en las palabras que le han dicho, en todas y hace días descubrió que le habían estado mintiendo durante mucho tiempo. Sólo de pensarlo, dice Silvia, siento nauseas. Dice que no sabe cómo hacer para aprender a identificar a esta gente, para no acercarse, para no tener, después, que arrancárselos de cuajo. Dice Silvia que a pesar de todo ella seguirá con su esperanza a media asta, algún día, dice, de tanto estar con ellos sabré diferenciarlos y entonces escucharé sus voces como si dijeran plegarias y yo estuviera de espaldas a dios y a sus falacias.
Si mientes hoy,
¿cómo voy a poder creerte mañana?
¿cómo voy a poder darte otra vez mi confianza?

2 comentarios:

Lety Ricardez dijo...

Y sigo aquí devanando transparencias como si fueran capas, para llegar hasta su centro, para llorar entonces lágrimas de cebolla, de esas que arden y también inconan.

Anónimo dijo...

A Caín y a Abel en una sola persona lo he conocido.
Es mi padre.
(Del cual no sé nada por fin en mucho tiempo). Pero antes de que pasara por fin ese "mucho tiempo" me ulceró.

Confiar, creer, como en el poema del que hablás como acto de rebeldía.

Ha servido?

Le he apostado a ello.

Sin embargo he vuelto a sentir naúseas no hace mucho...
Pareciera que las falacias y la cobardía son las mejores cartas de presentación para muchos, y así van por la vida.

Como muertos...pero creyéndose vivos.