sábado, diciembre 23, 2006

Dice Silvia que resulta difícil imaginar qué es la libertad y por eso tenemos una larga condena.
Dice que no comprende cómo dentro de cada una de las casas de este barrio, de esta ciudad, hay una historia diferente de cárcel voluntaria.
Dice Silvia que de vez en cuando el desasosiego nos revienta y salimos a la calle para mostrar las quejas hasta que el sistema se tambalea, entonces, convencidos del éxito de nuestras proclamas regresamos sin alboroto y nos ajustamos bien los grilletes para no hacernos demasiado daño.
Dice Silvia que el miedo a ser libres es una cadena perpetua, el miedo es la mordaza que nos domestica, lo que nos hace tan infelices.
El miedo es, dice Silvia, lo que nos convierte en cómplices, en delatores, en autistas.
Si me miro
mar adentro,
tiemblo.

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