jueves, diciembre 21, 2006

Dice Silvia que esperar, es para ella una costumbre, quizá un vicio.
Dice Silvia que siempre esperó del otro gestos cotidianos o heroicos.
Esperó que la amabilidad visitara por una vez su casa ,... después esperó las cartas, las disculpas, esperó que le dijeran: dejémoslo, que le dijeran no es el momento o sí, o vamos o quédate, o súbete la falda, hagamos este último viaje.
Esperó que alguien le diera un trocito del amor que se reparte. Si.
Pero desde un principio su espera fue en balde y se gastaron las horas y sus manos envejecieron rápido y se cubrió de polvo y pena y se arrugaron las ganas y aún hoy, dice Silvia, espera que su presente cambie, que le devuelvan los abrazos y las palabras que no hacen daño.
Espera que le devuelvan la ternura, porque sin ella, no va a poder perdonar a los que se la fueron robando.
Ya sólo los perros
esperan contentos
huesos, caricias y regresos.

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