sábado, diciembre 02, 2006


Dice Silvia que días como hoy le gustaría empezar de nuevo, le gustaría ser, por ejemplo, esposa. Dice que esperaría a su marido con las zapatillas y el periódico en la boca, exultante de alegría, dice que al regreso de la oficina, su hombre la encontraría con el delantal puesto, el pescado en el horno, los hijos rubios, quietecitos, ordenados, dice que se darían un beso en los labios y felices acostarían a los niños para después acostarse ambos.
Dice Silvia, que trabajarían de sol a sol para pagar los plazos y no tendrían tiempo para preguntarse adónde van ni a quién cojones están beneficiando, dice que le gustaría que su vida hubiera sido así, pero no, se encuentra mirando desde esta ventana, desde el barrio más lumpen que jamás pudo haber imaginado, dice que los niños juegan entre los escombros de esta sociedad para irse acostumbrando... dice que somos como fantasmas, somos todos como fantasmas.
Dice Silvia, que días como hoy, quisiera arrancarse los ojos para no mirar a nada ni a nadie, para no buscar el desazón de nuestra existencia, ese palpitar lentísimo de todos los sufrimientos. Eso dice Silvia, sin apartar la vista de la ventana.
Alguien llama a la puerta... vienen, seguramente, a decir que bajemos la música, no puedo decirles, que son nuestros corazones los que retumban.
Echo de menos tu pecho,
ya no tengo donde poner la mano
cuando me pierdo.

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