martes, noviembre 14, 2006


Dice mi amiga Silvia que estamos quedándonos ciegos. Todos.

Esto lo dice con la imagen de una madre abrazando a su hijo muerto entre las manos, esto lo dice mientras pasa fotografías de casas violentamente desocupadas, de personas en huelga de hambre, en huelga de sed, en huelga. Lo dice frente a bosques incendiados, peces muertos, lo dice mientras hojea su álbum repleto de casas derruidas, puentes destrozados, hombres mirando, lo dice, mientras, a todos, si, a todos nos sobrevuelan los buitres y cada vez son más los ahorcados y cada vez son más las imágenes que nos increpan, que nos señalan que nos asfixian y esto lo dice Silvia, mi amiga Silvia, mientras las pasa una a una .. y me pide que conspiremos, que encontremos la manera de sanar esta enfermedad y llora inconsolable y asegura que ella es una mujer más de papel y paja, que su corazón cada vez tiene peor memoria, que no le importan ni los que están cerca, ni los que están fuera.
Esto lo dice mientras se acerca a la ventana y sentencia en voz muy baja: el horror se convirtió en una costumbre.
Ser poeta,
poeta a tientas,
poeta de cegueras.

No hay comentarios: