miércoles, noviembre 15, 2006


Dice mi amiga Silvia que a ella siempre le dieron miedo los uniformes porque cuando era niña los guardias civiles salían borrachos dando tiros al aire ....
Dice que sólo una vez atravesó el portón del cuartel y fue para ver a un niño muerto. Estaba dentro de un ataúd blanco, vestido de marinero, con las manos entrelazadas, los ojos cerrados, morados los labios y heridas en las mejillas.
Dice Silvia que lo observó durante largo rato en silencio, estaban los dos solos.. , ni siquiera sabía su nombre, ambos tenían la misma edad, dice que se acercó al cristal y lo besó en los labios.

Esto me cuenta Silvia y yo no sé por qué habla de estas cosas, es como si deseara arrancarse los recuerdos, como si contándolos fuera a olvidarlos o a perderlos, como si le colgaran todos esos pensamientos, como le colgaban al niño los brazos cuando lo sacaron del río goteando tragedia y fango.

Llueve en esta ciudad.
Un yonki se ahogó,
y nadie reclama su cadáver.

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