miércoles, enero 14, 2009

Dice Silvia que hace días que no duerme, sus sueños están rotos y siente que ha perdido la fe en las palabras. La fe en las personas, la fe en las ideas.
Dice que busca con desesperación dònde se han extraviado sus creencias, cuàndo, por què, en què momento dejaron de cantarle canciones de cuna, en què momento escondieron sus pechos fecundos y la dejaron de amamantar.
Seguramente, dice Silvia, esperan que vuelva la noche y desaparezca la vigilia.
Seguramente, dice, cuando al fin se derrumben sus ojos, regresaràn.
Estàis ahì,
lo sè,
pronto volveréis.

4 comentarios:

mabel casas dijo...

ese "dice Silvia" repetido derramando los pensamientos por la casa, sintiendo doliendo vibrando o exiliando me fue llevando de lectura en lectura
tus textos zumban aún en la sombra sin fe ni sueños, y corolan con una frase que deja retumbe en el lector

me gusta tu forma escribiente...me suena a campanazos internos de cuestiones externas
PD: también duelo por Gaza
cariños

Txin dijo...

Silvia, he descubierto a Marcos Ana, imagino que lo conocerás, me ha cautivado al instante un poema suyo en la contraportada del libro "Decidme cómo es un árbol", para ponerla en la puerta de casa, la escribió, creo, en la cárcel, por eso el primer verso:

Mi casa y mi corazón
(sueño de libertad)

Si salgo un día a la vida
mi casa no tendrá llaves:
siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.

Que entren la noche y el día,
y la lluvia azul, la tarde,
el rojo pan de la aurora;
La luna, mi dulce amante.

Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.

Mi casa y mi corazón
nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos,
el sol y el aire.


bonito eh!? :)

Txin dijo...

Y este otro que ahora puede servir igual para Palestina:


"Pequeña carta al mundo"

Los dientes de una ballesta
me tienen clavado el vuelo.


Tengo el alma desgarrada
de tirar, pero no puedo
arrancarme estos cerrojos
que me atraviesan el pecho.

Siete mil doscientas veces
la luna cruzó mi cielo
y otras tantas, la dorada
libertad cruzó mi sueño.
El Sol me hace crecer flores,
¿para qué, si estéril veo
que entre los muros mi sangre
se me deshoja en silencio?

No sabéis lo que es un hombre,
sangrando y roto, en un cepo.
Si lo supieseis vendrías
en las olas y en el viento,
desde todos los confines,
con el corazón deshecho,
enarbolando los puños
para salvar lo que es vuestro.
Si llegáis ya tarde un día
y encontráis frío mi cuerpo;
de nieve, a mis camaradas
entre sus cadenas muertos…
recoged nuestras banderas,
nuestro dolor, nuestro sueño,
los nombres que en las paredes
con dulce amor grabaremos.
Y si no nos cerráis los ojos
¡dejadnos los muros dentro!
que se pudran con el polvo
de nuestra carne y no puedan
ser nuevas tumbas de presos.
No sabéis lo que es un hombre
sangrando y roto, en un cepo.
Si lo supierais vendríais,
en las olas y en el viento,
desde todos los confines,
para salvar lo que es vuestro.
Si llegáis ya tarde un día
y encontráis frío mi cuerpo
buscad en las soledades
del muro mi testamento:
al mundo le dejo todo,
lo que tengo y lo que siento,
lo que he sido entre los míos,
lo que soy, lo que sostengo:
una bandera sin llanto,
un amor, algunos versos…
y en las piedras lacerantes
de este patio gris, desierto,
mi grito, como una estatua
terrible y roja, en el centro.

http://www.marcos-ana.com

Silvia Delgado dijo...

Mabel Casas:¡cuànto me dan tus palabras!¡cuànta generosidad para esta poeta sencilla!

Ondoloin: Gracias por regalarme un nombre, un poeta, a un hombre. gracias por poner a Marcos Ana en mis manos, en mi corazòn. Eskerrik asko, Silvia.