miércoles, enero 28, 2009

Dice Silvia que aùn no hemos aprendido a salvar al otro del dolor, del daño irreparable. Dice que en las distancias cortas, en los amores cotidianos, dentro de nuestras casas, herimos implacablemente. Sabemos que algunos cuchillos parten en dos los corazones pero aùn asì, al dìa siguiente, volvemos a utilizarlos como si nunca hubieran sido estrenados.
Dice Silvia, que a veces siente que es una lucha inútil pretender salvar al mundo mientras dentro de nuestras propias fronteras estamos ciegos y no vemos la fragilidad de los amores màs cercanos.
Dice Silvia que todo es confuso, que muchos de nosotros somos verdugos y a la vez enarbolamos banderas y palabras que en la pràctica se convierten en humo.

Barrer dentro de casa primero
y después, enarbolar
todas las banderas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto , Irene

Celeste dijo...

Dile a Silvia, que lo peor es ser vergugos de uno mismo. Después qué nos queda para dar?

Abrazos amiga. Gracias.