domingo, febrero 17, 2008

Dice Silvia que a veces la realidad, digerida tal cual, sin eufemismos, es tan áspera que hemos convertido al corazón en una enorme búnker, desde el que protegernos de los disparos de lo cotidiano.
Dice que dejar al corazón sin nada que lo proteja, con sólo su piel fina, con sólo su latido es ponerlo a merced del llanto. Y es mejor conservarlo en ayunas, cerrarle los ojos, darle la vuelta, hacer de él un músculo atrofiado, alejado del dolor, del amor y del aplauso.
Dice Silvia, que extramuros la vida sigue con sus náuseas y sus carcajadas y su corazón añora ver más allá de las sombras.
Aún hay niños
jugando en las aceras,
riendo en los parques.

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