sin detenernos a pensar qué se nos quiere decir a través de ellos.
Dice que sabe que no son proféticos, son simplemente voces que se hacen oír, símbolos ancestrales que nos señalan las heridas o los placeres.
Dice Silvia que ella con frecuencia sueña con cuerpos muertos, semienterrados o visiblemente expuestos, también sueña que no puede hablar, que las palabras se le enredan en la garganta, se le quedan incrustadas y ella se esfuerza en gritar.
Dice que estos dos sueños repetidos pronto desaparecerán, cuando resuelva todos sus silencios, cuando ponga nombre y apellido a todos sus muertos.
Dormir es viajar.
Viajar hacia dentro,
sin rumbo pero con regreso.
1 comentario:
Me gusta, como poema y como reflexión.
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