miércoles, octubre 17, 2007

Dice Silvia que el cuerpo hace ruidos misteriosos que no sabemos ni queremos interpretar. Dice que desoímos sus llamados, como si fueran caprichos y relatamos los sueños
sin detenernos a pensar qué se nos quiere decir a través de ellos.
Dice que sabe que no son proféticos, son simplemente voces que se hacen oír, símbolos ancestrales que nos señalan las heridas o los placeres.
Dice Silvia que ella con frecuencia sueña con cuerpos muertos, semienterrados o visiblemente expuestos, también sueña que no puede hablar, que las palabras se le enredan en la garganta, se le quedan incrustadas y ella se esfuerza en gritar.
Dice que estos dos sueños repetidos pronto desaparecerán, cuando resuelva todos sus silencios, cuando ponga nombre y apellido a todos sus muertos.
Dormir es viajar.
Viajar hacia dentro,
sin rumbo pero con regreso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta, como poema y como reflexión.