Dice Silvia que sentía que sus poemas eran estériles, sin pólvora, que eran como pájaros con el vuelo extraviado.
Dice que ella no desea escribir poemas como ofrendas, no, así no los quiere, quiere que de sus versos cuelguen larvas, piojos, costras, que rieguen con sus letras, con su sangre, con su orina todas las patrias degolladas...
Cruza los dedos para que sus poemas no suenen a lejos, a desierto, para que su poesía no sea, de medias tintas, de medio pelo, de hipocresías.
Cruza los dedos para que la poesía que ella escribe esté siempre al lado de las casas humilladas, de las más derrotadas.
Cerca del infierno, a años luz del paraíso.
Con toda su hambre por bandera.
Que así sea.
2 comentarios:
Dígale a Silvia que así es.
Un beso enorme y gracias por ese equilibrio delicioso de belleza y comprensión.
qué halagador es que me leas, ¿acaso lo merezco?... un abrazo, Silvia.
Publicar un comentario