miércoles, abril 18, 2007

Dice Silvia que no odia a nadie.
No odia a los que le pusieron zancadillas, ni a los que le golpearon la espalda, ni a los que le arrancaron los besos de las almohadas tibias en las tibias mañanas.
Dice que podría empeñarse en odiar sus desastres, sus derrotas, sus ausencias, sus impaciencias, podría odiar a las personas que le han dejado la sola huella de la indiferencia, podría repasar una a una sus caras, sus manos, sus palabras pero todo esto la llevaría de nuevo al principio, a su soledad tremenda, a su tristeza negra, a sus sueños fúnebres..
Dice Silvia que hoy prefiere abrir las puertas y que la lluvia moje sus poemas, que los empape, que goteen calma.., que se llenen estas líneas de pan y de semillas.
Simplemente prefiere todo esto antes que volver al origen, cuando Silvia era una agria mujer mirando desde el vacío hacia ningún sitio.
El odio es el camino más sencillo,
para saber por dónde andas
mira si encuentras rosas o sólo espinas.


1 comentario:

Alma dijo...

De seguro las rosas y las espinas están juntas, igual se alternan
para acariciarnos, más con las puertas abiertas hay mayor
probabilidad de escoger a las flores.

DTB