sábado, noviembre 04, 2006


Dice mi amiga Silvia, que no reconoce esta ciudad, que las paredes están limpias, el suelo, inmaculado, que todo es elegante. Ella dice que lejos de su paisaje, está lejos de sí misma, que su mirada no encuentra donde detenerse, que no hay palomas, ni perros olfateando las esquinas, que los viejos bebedores de vino han fallecido, .. dice mi amiga que el músico callejero que antes cantaba en medio de la calle, está casi sin voz y es un hombre triste.
Ella dice que las paredes no hablan, que nos hemos quedado sin letra y sin queja, dice que los rebeldes, son lectores de best-sellers. Dice que no le gusta esta ciudad, tan limpia, no le gusta porque ya nadie se saluda, los semáforos son ordenados, todos aguardamos el turno y pagamos el metro.. hoy ella habla demasiado, es como si quisiera convencerme con sus certezas y yo le replico que la ciudad que ella visita es distinta de la mía, desde mi ventana, yo escucho un bullicio de injusticia, los locutorios están repletos, la calle palpita, venden droga en las esquinas, las putas ejercen su oficio de hiel y frío. Son dos ciudades en una, le digo y Silvia, entonces, me mira como si estuviera descubriendo algo nuevo y se asoma a la ventana desde la que yo lo observo todo, y se queda de nuevo en silencio.. una patrulla detiene a un par de negros y a lo lejos, dos calles más abajo, un borracho da puntapiés a su perro.
Dos ciudades en una, repite .. después, como siempre, calla.

Escondo en mis pupilas dilatadas
el miedo de todos los hombres
... y sus canciones
.

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