martes, mayo 22, 2007

Dice Silvia que cuando era niña, en verano, entraban pájaros por la ventana de su habitación.
Dice que ella quería rescatarlos para que no se golpearan contra las paredes, para que no sufrieran al chocar contra los cristales, contra los espejos, enredados entre las cortinas, entre los gritos, con los ladridos. Y los perseguía hasta atraparlos.
Dice que con ellos en sus manos corría lejos, lejos de aquella casa blanca, de aquel silencio, de aquella infancia y en el campo abría sus puños y el horror que había presenciado de plumas, de huesos machacados, de pájaros matándose se convertía en un aleteo feliz y peregrino.
Silvia piensa que la vida para ella es esta metáfora, es ese volverse loca, ese no encontrar escapatoria, ese ir desangrándose en cada golpe, en cada paso.. hasta que una manos tibias la atrapan y se produce el milagro.
tanto cristal,
tanto golpe,
tanto inútil aleteo.

6 comentarios:

Unknown dijo...

El ave salva su vida en tus manos
mientras tu alma sonríe en su aleteo


saludos amiga

Alma dijo...

...donde se desprenden las plumas de los días que han quedado en el
recuerdo, y al final otro pájaro encontrará su vuelo.

DTB

PD: Cada pluma desprendida, cada golpe, cada cristal roto...
...una gota de sabiduría.

Anónimo dijo...

Miraba las gaviotas retozar entre las corrientes imposibles del mar de Valparaíso, atentas al menor de indicio de nutrientes. Los cristales son dolorosas excepciones; el aleteo feliz y peregrino de las aves, las manos tibias que te atrapan, son la vida, el orden natural de la vida.

CEL dijo...

Siempre hay manos dispuestas a dar calor a curar heridas y con ello poder restablecer el vuelo. Silvia ¡¡hay que hacerlo!!

Besos

MIRIAM dijo...

Ciertamente Silvia, la vida es esa paradoja de sangrado y vuelo, todo junto y al mismo tiempo. Precioso como siempre. Besos.

Lety Ricardez dijo...

Vuelvo a tí Silvia, después de muchos, muchos días de ausencia, pero no de olvido.

Sigo leyendo y dejo aquí mi primer abrazo