miércoles, enero 10, 2007

Dice Silvia que una vez, vivió al lado de una iglesia.
Dice que le gustaba aquella casa porque todos los años venían cigüeñas y ella podía contarlas de dos en dos hasta perder la cuenta.
Dice que una mañana escuchó disparos y desde entonces el campanario se quedó en silencio.
Aquel día, un montón de hombres acribillaron unos pocos pájaros.
Dice Silvia que entre aquellos hombres sin escrúpulos estaba su hermano.
Dice que era un niño y que miraba contento las manchas de sangre en el suelo.
van de la mano
el horror y el placer
¿o van de los pies?

2 comentarios:

Alma dijo...

Incoherencias de los "racionales" que
seguramente van tomadas de los pies.

DTB

Lety Ricardez dijo...

Ay Silvia la violencia empieza muy temprano, desde que los hermanos gustan de arrancarle la cola a las lagartijas que se esconden en las enredaderas.