domingo, noviembre 19, 2006


Dice mi amiga Silvia que hoy estuvo hablando mucho rato con una anciana octogenaria.. Dice que empezaron charlando del tiempo y terminaron haciéndolo de la vida.
Dice Silvia que esta señora le explicó cómo quería morirse y cómo deseaba ser enterrada, dice que le enseñó el vestido de la mortaja, uno gris, de invierno y los zapatos, negros, brillantísimos...
Esto dice que le contó la anciana mientras se miraban cara a cara y ella, le desvelaba los secretos del alma y le tocaba las manos y le interrogaba callada..

Dice Silvia que no pudo preguntarle más y la dejó allí colocando alcanfor en su vestido semi-nuevo, sacando lustre a los zapatos, escribiendo una carta.. la dejó allí, esperando una muerte plácida
Dice Silvia que antes de despedirse, no pudo evitar señalarle las piernas moradas,
“son mis nietos, contestó resignada, me dan patadas en las piernas hasta que sangran.”

Nadie nos advitió:
la vida,
es caricia y es pedrada.

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