jueves, marzo 27, 2008

Dice Silvia que es preciso abrir las manos para dejar que vuelen las palomas. Dice que nos duelen los dedos de tanto llevarlos agarrotados, casi convertidos en muñones. Y no nos importa demasiado este dolor pues creemos que es mejor la tibieza asfixiante de nuestros puños que el batir de alas de las personas que amamos, de las cosas que amamos.
Dice Silvia que hoy se despertó asustada, vio que sus manos estaban bien abiertas.
Dejó volar en la noche todas las palomas que guardaba y de ellas no quedó ni una sola pluma sobre las sábanas.
Es mejor el mal sueño que libera
que la mejor de las vigilias
con cadenas.

martes, marzo 25, 2008

Dice Silvia que hoy se siente como un cisne viejo. Como si estuviera en el estanque de una ciudad inmensa y depredadora y los niños jugaran a tirarle piedras. Dice Silvia que son tan lentos sus movimientos, le pesa tanto la vida y le duelen tanto las pedradas que a duras penas consigue mantenerse erguida.
Dice Silvia que hoy se siente así, un cisne sucio, golpeado.
Un cisne torpe que no avanza. Un cisne que no siente deseos de contar los días.
No hay jaulas,
sólo prisiones
en los corazones.

jueves, marzo 20, 2008

Dice Silvia que cuando era una niña se escondía debajo de las sábanas y con las manos cubriendo los oídos cantaba para no escuchar los gritos.
Dice que hoy continúa haciendo lo mismo, de igual manera, afuera, dice, el mundo chirría oxidado, afuera, los aullidos, los golpes, la miseria se baten en un duelo desgarrado y ella se esconde bajo las sábanas y se siente a salvo porque mientras canta sólo oye su voz aniñada.
Afuera, dice, hay días que no se oye más que el fragor de las batallas.
Una tregua.
Un respiro
frente al ruido.

sábado, marzo 15, 2008

Dice Silvia que lleva palabras pegadas a su falda. Dice que están ahí, abrazándose las rodillas, delirantes. Dice que tienen los ojos brillantes, que viven su vida lentamente y que se dejan acariciar tan suaves y tan deshabitadas.
Dice que el silencio se derrama molesto entre las rendijas de quien espera. Como si la mudez fuera cicuta que envenena.
Dice Silvia que gracias al silencio las palabras abren sus alas para agitar la memoria. Y desenredan poco a poco la voz que no dice nada.
A tiempo lento se desperezan,
a tiempo lento.
a tiempo demasiado lento.

domingo, marzo 09, 2008

Dice Silvia que afuera llueve incansablemente, el agua golpea su ventana con los puños bien cerrados. Afuera mataron de tres disparos en la nuca a un hombre. Como si el fin justificara los medios. Y no es así, cualquiera que sea el final que se persigue si está sembrado de cadáveres se convierte en un monstruo deforme que no atenderá a razones.
Afuera llueve, dice Silvia, afuera, la rebeldía manchó de sangre sus manos, afuera, es demasiado tarde, mataron también las razones.
Yo no quiero ser patriota,
yo no quiero ser revolucionaria
si para serlo tengo que cerrar los ojos de los cadáveres.