jueves, noviembre 30, 2006


Hoy todo el barrio guardó un minuto de silencio. Encontraron en una pensión el cadáver de un hombre de cincuenta años, fallecido probablemente en septiembre. Nadie, hasta hoy, echó en falta su saludo. Ni un amigo, ni un perro, ni un sobrino. Nadie. Pasó por la vida sin dejar rastro y lo encontraron de casualidad, acostado en la cama, con una cicatriz en el abdomen.. pero muerto. Muerto de remate.
Vivió y murió este hombre anónimamente, unas pobres iniciales, J.P. le bastaron.
Y yo, desde aquí me pregunto cómo es posible que ocurra esto, cómo es posible, cómo es posible...
amor, hoy,
te doy una patada
y te envío al olvido.

miércoles, noviembre 29, 2006


Dice Silvia que vivió durante un año en Estados Unidos.
Dice que ese país le mostró más horrores que ningún otro sitio.
Dice que antes de regresar a España tomó un tren para conocer el imperio, palmo a palmo, desde NuevaYork hasta Los Angeles,de Louisiana a Florida, dice que en aquel viaje conoció de verdad a los norteamericanos; emigrantes, trabajadores del campo, viajantes, desempleados..iban y venían de una estación a otra. Auténticos pilares de un país que no les honra.
Dice que una mujer negra le contó que viajaba al funeral de su hermana, dice que le explicó, llorando, que llegaría después de ser enterrada.
Dice Silvia, que aquella tarde larga, le relató sin remilgos el esfuerzo que hizo el barrio para pagarle el billete del tren y una lápida.
Soldados de dios
Soldados de bandera.
Patria, sangre, mentiras y violencia.

martes, noviembre 28, 2006


Dice Silvia que no puede creer en la existencia del alma porque ha visto morir demasiadas veces.
Ha visto muertes repentinas, dilatadas, muertes amarillas. Ha visto morirse de dolor, de soledad, de pobreza, de inquina.
Ha visto cadáveres en tantas ocasiones que la experiencia le enseñó a interpretar los presagios. Dice que cuando una persona va a morirse, una mosca azulada ronda la casa, dice que este ha sido siempre el aviso definitivo.
Dice que cuando la descubre grande, viscosa, amorfa... vigila a quién se acerca, sobre qué manos se posa o alrededor de qué rostro revolotea.
Y entonces sabe quien será y apunta en secreto la fecha y el nombre.
Es imposible
matarte en mi corazón
y no morirme.

domingo, noviembre 26, 2006


Dice Silvia que ayer conversó sobre la vida y la muerte con una niña de tres años.
Dice que esta niña, Aida, hablaba con naturalidad de dios, como si existiera.
Dice que en una ocasión, hace algunos años, se encontraba en un campo de refugiados en Bosnia –Herzegovina. Dice que vivían en una escuela abandonada, sin cristales, ni puertas y que se morían de frío, que para calentarse sólo tenían las manos y el aliento.
Dice Silvia que en aquella situación difícil ocurrió que un día vino un grupo de gente preguntando por los refugiados católicos,( sólo había uno, entre 200 personas, un joven loco, el resto eran musulmanes), a el cristiano le dieron mantas, comida, dinero, a ,los demás... silencio.
Dice que desde entonces tiene la certeza de que dios es el gran invento.
De existir, concluye Silvia, sería esquizofrénico, suicida o terrorista.
Sentados a la derecha de dios
no están los mancos.
Están los que siempre entran en el reparto.

sábado, noviembre 25, 2006


Silvia me contó una vez que cuando ella era niña, había un matrimonio que vivía cerca de su casa rozando la indigencia. Nicasio y Manuela.
Me contó que Manuela, se acortaba la falda, se pintaba los labios y con la radio colgada del hombro iba de paseo. Dice que se prostituía de esta forma, que al escuchar la música, los hombres del pueblo sabían que la entrepierna de esta mujer vieja estaba dispuesta.
Dice Silvia que ahora, al recordarlo, le da lástima, dice que tanto le habían perdido el respeto a este matrimonio, que cuando no estaban en casa trepaban por las paredes para colarse dentro y revisar su pobreza, le ensuciaban las sábanas y se burlaban de sus carencias.
Dice Silvia que fueron desahuciados y tuvieron que marcharse lejos.
Dice Silvia que a Nicasio y a Manuela se les murió su único hijo, y ahí nació su tristeza y su miseria.
La risa, a veces, hiere.
Apuñala
hasta la muerte.

jueves, noviembre 23, 2006


Hay corazones llenos de agujeros.
Hay corazones de cristal, corazones arrugados, corazones de piel, de papel, corazones enormes, diminutos, corazones de postín, corazones que se limpian al amanecer, corazones que jamás lavaron las manos para comer, corazones tibios, fríos, corazones que revientan de placer, corazones inmóviles, cantarines, sordos, tartamudos, corazones tiernos, con botas de hierro, corazones tontos, sabios...
Hay corazones charlatanes, envidiosos, mentirosos, hay corazones sitiados, violados, corazones asesinos, hay corazones que amansan fieras.
El mío es un corazón destrozado por las bestias.

miércoles, noviembre 22, 2006



Dicen los que lo han visto, los que saben de poesía, los que son dueños de la nostalgia y del mar que el nerval nunca podrá ser contemplado por un hombre tullido y una mujer extraña acostumbrada sólo a respirar...
Eso dicen, convencidos de su verdad.
Yo sólo sé que a veces, a lo lejos, un fulgor azulado nos deslumbra y parece como si hubiera un unicornio en el mar.. pero los que dicen que lo saben todo afirman rotundos que los unicornios no saben nadar...
La cordura
es el defecto
de los más débiles.

P.D.A partir de hoy, iré poniendo en este blog los poemas incluidos en “Las cuarenta chimeneas del infierno” de Silvia Delgado Fuentes, los iré escribiendo hasta que ella regrese y podamos, juntos, soñar de nuevo que una vez vimos algo parecido a un nerval.

martes, noviembre 21, 2006


Dice mi amiga Silvia que a partir de mañana, durante unos días, no vendrá a visitarme. Dice que pidió licencia en el trabajo. Que siente cansancio, que su corazón pesa demasiado.
No sabe que sin ella la ciudad entera se esconde.
Y yo no sé qué voy a hacer..
Dice que necesita arrancarse de cuajo los eufemismos.. Los que lleva pegados a las piel, los que están adosados a la mirada, los que se agarran firmemente a los pechos y le hacen sangrar los pezones, esos eufemismos dilatados en orgasmos, en conversaciones, en desgarros. Esos jodidos eufemismos que convienen, que se aplauden, que se premian.
Y entonces, sólo entonces, dice Silvia, cuando me los haya arrancado, volveré a tus brazos.
Palabra:
¿dónde están
tus revoluciones?

lunes, noviembre 20, 2006


Dice mi amiga Silvia que es difícil amarse en esta ciudad con nombre. Dice que tenemos que lavar el corazón primero, que si no lo hacemos, emigrará de todas las alcobas.. dice que por la noche no puede dormir, que escucha, suave, el llanto de un joven, que es el llanto de todos los jóvenes.
Dice Silvia que es difícil amarse porque apuntalamos la pasión con soledades y temores.
Ella cree que el amor no es para cobardes.
Dice que en su corazón siempre está nevando pero que a veces la primavera le revienta las venas y busca un hombre entre todos los hombres.. sencillamente busca uno con patria donde correr a exiliarse cuando le falta coraje.
Dame tu mano, como de costumbre.
Dame tu mano, aunque sea tarde,
dame tu mano y no preguntes.

domingo, noviembre 19, 2006


Dice mi amiga Silvia que hoy estuvo hablando mucho rato con una anciana octogenaria.. Dice que empezaron charlando del tiempo y terminaron haciéndolo de la vida.
Dice Silvia que esta señora le explicó cómo quería morirse y cómo deseaba ser enterrada, dice que le enseñó el vestido de la mortaja, uno gris, de invierno y los zapatos, negros, brillantísimos...
Esto dice que le contó la anciana mientras se miraban cara a cara y ella, le desvelaba los secretos del alma y le tocaba las manos y le interrogaba callada..

Dice Silvia que no pudo preguntarle más y la dejó allí colocando alcanfor en su vestido semi-nuevo, sacando lustre a los zapatos, escribiendo una carta.. la dejó allí, esperando una muerte plácida
Dice Silvia que antes de despedirse, no pudo evitar señalarle las piernas moradas,
“son mis nietos, contestó resignada, me dan patadas en las piernas hasta que sangran.”

Nadie nos advitió:
la vida,
es caricia y es pedrada.

sábado, noviembre 18, 2006


Dice mi amiga Silvia que sólo la crueldad nos distingue de las bestias.

Dice esto para comprender que mató a un perro a patadas y después pudo compartir con sus amigos la merienda.
Dice esto porque recuerda al animal agonizante, tendido en medio de las vías, rodeado de niños que lo golpeaban como si fuera un saco de harina.
Dice esto porque después ha visto esa misma mirada suplicante en otros sitios.

Dice que la mirada de terror es siempre la misma, que la ha encontrado entre los escombros de las casas, entre los escombros de las familias, entre los escombros de las parejas.
La mirada siempre es la misma, dice Silvia, la de la víctima.

No es cierto,
los verdugos no tienen
cara de miedo.

jueves, noviembre 16, 2006


Dice mi amiga Silvia que siempre quiso tener un burro. Dice que no sabe qué le une al animal con la mirada más triste de la tierra.
Dice que nunca deseó perros, ni gatos, ni iguanas, ni palomas, ella sólo quiso un asno. Gris o blanco. Uno que le acompañe a caminar a la playa con los pies descalzos.
Dice que le gusta mirarlos porque tienen esa postura resignada de quien sabe que va a recibir muchos palos.. dice Silvia que su hermana se los regala dibujados en tazas, en llaveros, en pegatinas, o en cuadros pero a ella lo que le gustaría es tener uno de verdad...
Piensa que pronto encontrará uno sin amo, uno viejo, uno cargado de golpes y de desprecios , uno que no sepa mirar sin pánico.
Dice Silvia, que si lo encuentra se dedicará a malcriarlo, que comerá azúcar sin descanso y acariciará su lomo hasta matarlo.

Dame un beso
aunque sea en la espalda
se borrarán así todas las marcas.

miércoles, noviembre 15, 2006


Dice mi amiga Silvia que a ella siempre le dieron miedo los uniformes porque cuando era niña los guardias civiles salían borrachos dando tiros al aire ....
Dice que sólo una vez atravesó el portón del cuartel y fue para ver a un niño muerto. Estaba dentro de un ataúd blanco, vestido de marinero, con las manos entrelazadas, los ojos cerrados, morados los labios y heridas en las mejillas.
Dice Silvia que lo observó durante largo rato en silencio, estaban los dos solos.. , ni siquiera sabía su nombre, ambos tenían la misma edad, dice que se acercó al cristal y lo besó en los labios.

Esto me cuenta Silvia y yo no sé por qué habla de estas cosas, es como si deseara arrancarse los recuerdos, como si contándolos fuera a olvidarlos o a perderlos, como si le colgaran todos esos pensamientos, como le colgaban al niño los brazos cuando lo sacaron del río goteando tragedia y fango.

Llueve en esta ciudad.
Un yonki se ahogó,
y nadie reclama su cadáver.

martes, noviembre 14, 2006


Dice mi amiga Silvia que estamos quedándonos ciegos. Todos.

Esto lo dice con la imagen de una madre abrazando a su hijo muerto entre las manos, esto lo dice mientras pasa fotografías de casas violentamente desocupadas, de personas en huelga de hambre, en huelga de sed, en huelga. Lo dice frente a bosques incendiados, peces muertos, lo dice mientras hojea su álbum repleto de casas derruidas, puentes destrozados, hombres mirando, lo dice, mientras, a todos, si, a todos nos sobrevuelan los buitres y cada vez son más los ahorcados y cada vez son más las imágenes que nos increpan, que nos señalan que nos asfixian y esto lo dice Silvia, mi amiga Silvia, mientras las pasa una a una .. y me pide que conspiremos, que encontremos la manera de sanar esta enfermedad y llora inconsolable y asegura que ella es una mujer más de papel y paja, que su corazón cada vez tiene peor memoria, que no le importan ni los que están cerca, ni los que están fuera.
Esto lo dice mientras se acerca a la ventana y sentencia en voz muy baja: el horror se convirtió en una costumbre.
Ser poeta,
poeta a tientas,
poeta de cegueras.

viernes, noviembre 10, 2006


Dice mi amiga Silvia que hoy, durante todo el día, pensó en pájaros.. dice que hace tiempo, en una ciudad lejana, cayó a sus pies uno muerto. Dice que fue estremecedor verlo allí, sin plumas y sin vida, que aquello lo sintió como un presagio y desde entonces comprueba año tras año que nuestros cielos van vaciándose de gorriones y de trinos ... Dice que hoy vio uno en los pasillos del supermercado que picoteaba el suelo indiferente, entre las paredes de latas y de legumbres.
Esto dice Silvia con la sonrisa en los labios mientras ordena las compras de esta mañana.

Después, sin hacerme demasiado caso, me aparta de la ventana y arroja divertida granos de trigo que ha comprado, los arroja a puñados ... y a bandadas, los gorriones, se acercan y les grita que son necesarios... que sin ellos olvidaremos qué es volar..que sin ellos jamás sabremos qué es cantar.

Nunca las jaulas fueron tan grandes como ahora.
Nunca.
Nunca como ahora.

jueves, noviembre 09, 2006


Dice mi amiga Silvia que en el lugar donde aparca todos los días, (un paraje solitario), siempre está el mismo coche rojo, con los pilotos rotos, dice que hoy, observó que en su interior alguien dormía cubierto con una cazadora. A través de las ventanas se podían ver sus pantalones vaqueros desgastados, las colillas en el suelo, papeles...dice que no ha visto su cara.. sin embargo la gente a la que preguntó sí.. todos afirmaban saber... quizá sea peligroso, decían, la policía debería hacer algo, ojalá retiren el coche, es un yonki, es un rumano, es un depravado y todos se daban la razón, como asnos.

Dice Silvia que nada va salvarnos, que cualquiera de nosotros puede verse aguardando el turno en las duchas municipales.. .dice que la indigencia no se firma en contrato, que nos podemos encontrar un día durmiendo en un cajero, o en un banco, bebiendo vino de cartón o inhalando cola... dice que quizá un día, encuentren un cuerpo cubierto con periódicos, los ojos vacíos, puede, dice Silvia, que sea yo misma y que retiren el cadáver helado, mientras los que pasan, camino del trabajo opinan en voz alta que mi vida en harapos fue una vida merecida por puta, o por loca.
Esto dice Silvia mientras tomamos un café y pensamos ambos, que es verdad, sólo el pasado y el presente están a salvo.

Amaneció cubierta de escarcha.
En una mano, la palma,
en la otra, nada.

miércoles, noviembre 08, 2006


Dice mi amiga Silvia que no comprende por qué las relaciones entre ella y las personas son tan complicadas. Dice que se siente como si estuviera en medio de un desierto que no aparece ni en los mapas, que a veces, le parece que alguien susurra su nombre, y que entonces camina a paso rápido pero unos dedos finísimos la atrapan y no la dejan acercarse a la voz que llama. Esto dice Silvia sin comprender por qué es todo tan difícil...
Y yo, que desearía tener todas las palabras, yo, que desearía tener blancas palomas en mi ventana, le pregunto, ¿quién te dejó en medio de tanta sed?, ¿quién fue?, y calla.
Siempre calla cuando no encuentra respuestas.
Y entonces, Silvia , abre las manos y deja caer al suelo la arena que guarda.
Y entonces, sólo entonces pide un poco de agua.

Nadie encontró atajos en el desierto.
nadie los encontró,
por eso hay tantos sedientos.

martes, noviembre 07, 2006


Dice mi amiga Silvia que hoy, en el metro, había una mujer moviéndose compulsivamente. Mientras se agitaba, exhibía orgullosa su grotesca carcajada, su babosa fealdad..
Y no queremos acostumbrarnos a esto..

Dice Silvia que hace cincuenta años, esta misma mujer estaría con todo el cuerpo marcado por pedradas... que hoy, seguramente, lleva en otro sitio esas mismas pedradas.

Esto dice Silvia. También me cuenta que una vez soñó que todos los seres que la rodeaban habían perdido la razón, que era imposible comunicarse con nadie, y que estuvo cantando todo el sueño hasta que despertó.. algo así, dice, debió sentir esta mujer, algo así, como que era la protagonista de un sueño atroz, que ni un solo cuerdo viajaba en el metro y que sólo tenía una alternativa a la locura: la risa o la canción.

La balada mas triste de la tierra
es la que cantan las madres de los locos
antes de parir.

lunes, noviembre 06, 2006


Dice mi amiga Silvia que cuando llega a casa, y me encuentra en la cama es como si le clavaran agujas en las arterias. En todas..
Ella no comprende cómo es el dolor durante una noche inmensa . Ella no sabe esto y entonces se asoma enérgica en la habitación pero al rato se calma... me duelen las piernas, me duelen estas jodidas piernas que me faltan y no tengo morfina y la marihuana es escasa y no quiero que subas la persiana y no quiero asomarme a la ventana desde la que la vida me muestra sus arrogancias y lloro como ningún hombre aprendió a llorar.. .entonces Silvia se acuesta a mi lado, pone sus dedos sobre mi ombligo y espera hasta que siente palpitar el corazón.. esto es lo que cuenta, dice, al final de los días, esto es lo que suma y lo que resta, un corazón en pelotas, un corazón que se ulcera, un corazón que revienta.. y así, en la penumbra, escuchándonos llorar y respirar, yo me voy acostumbrando a sus dedos sobre mi centro y así, en la penumbra, fumo el porro que aún me queda y pienso que ella debería olvidar los pasos que hasta aquí le acercan.

Sabe que voy a morir
y creo que sabe cuando.

sábado, noviembre 04, 2006


Dice mi amiga Silvia, que no reconoce esta ciudad, que las paredes están limpias, el suelo, inmaculado, que todo es elegante. Ella dice que lejos de su paisaje, está lejos de sí misma, que su mirada no encuentra donde detenerse, que no hay palomas, ni perros olfateando las esquinas, que los viejos bebedores de vino han fallecido, .. dice mi amiga que el músico callejero que antes cantaba en medio de la calle, está casi sin voz y es un hombre triste.
Ella dice que las paredes no hablan, que nos hemos quedado sin letra y sin queja, dice que los rebeldes, son lectores de best-sellers. Dice que no le gusta esta ciudad, tan limpia, no le gusta porque ya nadie se saluda, los semáforos son ordenados, todos aguardamos el turno y pagamos el metro.. hoy ella habla demasiado, es como si quisiera convencerme con sus certezas y yo le replico que la ciudad que ella visita es distinta de la mía, desde mi ventana, yo escucho un bullicio de injusticia, los locutorios están repletos, la calle palpita, venden droga en las esquinas, las putas ejercen su oficio de hiel y frío. Son dos ciudades en una, le digo y Silvia, entonces, me mira como si estuviera descubriendo algo nuevo y se asoma a la ventana desde la que yo lo observo todo, y se queda de nuevo en silencio.. una patrulla detiene a un par de negros y a lo lejos, dos calles más abajo, un borracho da puntapiés a su perro.
Dos ciudades en una, repite .. después, como siempre, calla.

Escondo en mis pupilas dilatadas
el miedo de todos los hombres
... y sus canciones
.